El cordobés Manuel Martín, de 58 años, no pierde el sentido del humor e incluso se atreve a contarle a la periodista que esto escribe alguna que otra broma sobre el parkinson, la enfermedad que hace casi 20 años le diagnosticaron. Manuel es usuario de la unidad de día de la Asociación Cordobesa de Parkinson (Aparcor). Los pacientes que acuden a este centro ya están acostumbrados a que Manuel, que es de los usuarios más jóvenes que se encuentran ahora mismo recibiendo asistencia por parte de esta asociación, los salude, les hable, les haga sonreír, aunque algunos no estén ese día a lo mejor muy animados. Manuel es un poco como el alma de esta unidad y por edad podría ser el hijo de algún compañero, señala la presidenta de Aparcor, Josefa Villena.

Este cordobés cuenta cómo supo qué padecía parkinson. Trabajaba como vigilante en la Mezquita Catedral y un día se dio cuenta que empezó a cojear de una forma un poco extraña. Tras acudir al médico y hacerse pruebas le detectaron esta enfermedad, cuando todavía era muy joven, y con un niño muy pequeño. Un hijo, Alejandro, que hoy tiene 25 años, y supone una gran ayuda y apoyo para su padre.

Aceptación

Manuel apunta que la enfermedad se le centralizó, sobre todo, en un primer momento en el lado izquierdo. «Saber que se sufre esta enfermedad no es algo fácil de asumir y más siendo tan joven, con toda la vida por delante, con un trabajo que me gustaba y habiendo formado hacía pocos años una familia con mi mujer».

Él asegura que pasó por momentos bajos, pero principalmente gracias al apoyo de su familia y de Aparcor, asociación a la que se vinculó hace unos 13 años, comenzó a pensar de forma más positiva y a mirar hacia adelante. «A mi hijo le tuve que explicar, cuando aún era muy pequeño, que ya no podía trabajar. Con el tiempo también te impiden conducir, después de haberme sacado todos los permisos, hasta el de camión», cuenta.

Manuel acude a diario a Aparcor para realizar distintas terapias de rehabilitación. Le gustan la fotografía y las manualidades, añade la presidenta de Aparcor. Su vivienda la ha adaptado para poder desplazarse mejor, ensanchando las puertas y convirtiendo el baño es una habitación ducha, con asas en las paredes para valerse por sí mismo mientras pueda. En el hospital Reina Sofía Manuel es paciente de los doctores Juan José Ochoa y de Toribio Molina. No se olvida tomar su medicación, pero sueña con poder beneficiarse algún día de un tratamiento que cure el parkinson. Porque los sueños alguna vez podrían ser realidad.