Entre la compasión y la indignación. Vecinos y comerciantes de la zona del Alpargate lamentan el deterioro de la plaza y denuncian la situación de «acampada permanente» que tiene el grupo de personas, la mayoría sin hogar, que vive en ella. Reclaman «un plan de envergadura», conscientes de que las actuaciones puntuales no arreglarán el problema, y muchos de ellos se muestran «asustados» por las posibles represalias. «Yo te cuento, pero mi nombre no lo pongas. Hay de todo y algunos nos dan pena: piensas que te podrías ver en su situación, durmiendo en la calle. Pero te echan abajo el negocio, ¿quién quiere sentarse aquí para ver peleas y borracheras?», dice una de las comerciantes de la zona, que el año pasado empezó a recoger firmas para exigir una solución al Ayuntamiento. «Dejé de recogerlas por las amenazas», recuerda para añadir que denunció a una asidua a la plaza. Su vecina de negocio, un bar, tuvo el día 25 un juicio por robo. «Entraron para robarme la caja y la lotería. Aquí y a una inmobiliaria de la avenida», relata superada por la situación, «entran y nos intimidan porque somos dos mujeres».

Alejandro Gallardo, de Mundo Cofrade, dice que la convivencia es «difícil» y los empleados del supermercado cuentan que los clientes se quejan si les dejan entrar. «En la plaza ya no se ven niños. Está abandonada de la mano de dios», apunta Rafael, otro vecino. Los propietarios de un bar que ha abierto hace 6 días, frente a la farmacia, están alarmados de lo que se han encontrado: «Es increíble, alguien lo tiene que solucionar». «¿Policía? La llamamos, pone orden, pero no pueden hacer más. ¿Qué quiere que me los lleve a mi casa? Me dijo una vez un agente», dice la comerciante que recogió firmas y que reconoce que entre los parroquianos hay «de todo, uno en concreto muy bueno y trabajador». En la parroquia de los Padres de Gracia, conocen muy bien la situación: «Aquí están los que no quiere nadie, los que precisamente tenemos que atender nosotros», explica un trinitario, que reconoce que la solución no es fácil.