El estado de alarma decretado el pasado 14 de marzo y el confinamiento de la población para frenar el avance de la pandemia de coronavirus han tenido consecuencias en las relaciones personales y diferentes voces vienen alertando de un incremento de la comisión de algunos delitos que suelen darse en los ámbitos privados. En el Servicio de Asistencia a Víctimas en Andalucía (SAVA), su coordinadora y psicóloga en Córdoba, Candela Castillo, afirma que «el confinamieno ha sido muy malo para la violencia de género, otras violencias como la filioparental (ejercida por los hijos hacia los padres) y los abusos sexales a menores».

En este último caso, detalla que la cifra de víctimas de delitos atendidas no se ha reducido en el primer semestre pese al parón de la actividad judicial (salvo de los procedimientos urgentes) y en el segundo semestre están observando que «se ha disparado», precisando que se ha producido «un aumento importante, sobre todo, de los delitos contra la libertad sexual». Así, apunta que «a lo mejor hay niños que no lo han contado, pero después se lo cuentan a alguien o la madre o el padre lo detectan. El confinamiento, para ciertos delitos, no es bueno. No se puede salir a la calle, hay menos contacto con otras personas o adultos que te puedan ayudar y tienen más tiempo para cometer el delito».

Más violencia machista

El balance de actividad del SAVA para el primer semestre del año indica que se ha atendido a 73 menores, uno más que en el mismo periodo del 2019, aunque prácticamente en la mitad de los casos se ha tratado de seguimientos, una proporción que el año pasado era inferior. Uno de los datos más llamativos de la estadística es que en las edades situadas por debajo de los 12 años el número de víctimas se encuentra muy igualado entre ambos sexos, pero a partir de los 13 años la cifra de chicas multiplica a la de los varones.

Candela Castillo subraya que están observando un incremento «muy importante» de la violencia de género entre menores, no solo cuando la pareja de la joven es una persona mayor de edad, sino también cuando ambos miembros están por debajo de los 18 años. En este sentido, abunda en que se trata de violencia física, pero también «psicológica y de control. Las conductas de control son exageradas y se apoyan en las nuevas tecnologías», señala. Esta psicóloga explica que en ocasiones la pareja exige a la víctima que le envíe vídeos para comprobar dónde está y «no pueden dormir por la noche porque tienen que estar demostrando que no están con nadie. Incluso él se instala en la casa si los padres lo permiten o ella se va a la casa de él». A esto añade que en un primer momento las familias no suelen percatarse de lo que ocurre a su hija, «pero luego empiezan a ver que algo no funciona bien, porque la chica está cansada, no rinde, no sale de casa o no se arregla».

La mayoría de víctimas, mujeres

En cuanto al total de los usuarios atendidos por el SAVA en el primer semestre, estos se han reducido un 29%, pero su coordinadora estima que hasta final de año podría recuperarse esa caída relacionada, principalmente, con el parón de la actividad judicial motivado por el estado de alarma.

El 85% de las personas asistidas han sido mujeres y se han realizado 4.479 actuaciones en diferentes ámbitos como el jurídico, el social y el psicológico, aunque dentro de estas se incluyen otras actividades de ámbito general como la información, el acompañamiento en las dependencias policiales y los juzgados, y los contactos con otros organismos o con abogados. El 45% de las víctimas han acudido al SAVA tras sufrir violencia de género y Castillo recuerda que el año pasado estas representaron el 68% del total de las asistidas. En esta línea, subraya que el servicio ha permanecido abierto pese al estado de alarma y opina que «hay mujeres que han resistido mucho en esa situación y han denunciado tarde, mientras que en algunas que han denunciado he notado como un sentimiento de culpa por pena de la otra parte y han vuelto a convivir con ellos y no han declarado».

«A alguien con hambre es difícil darle atención psicológica»

«A alguien con hambre es difícil darle atención psicológica»La coordinadora y psicóloga del Servicio de Asistencia a Víctimas en Andalucía (SAVA), Candela Castillo, afirma que el estado de alarma decretado el pasado mes de marzo condujo a que en un primer momento «posiblemente, la gente no haya denunciado como en un estado de normalidad» y puntualiza que con la situación generada por la pandemia de coronavirus «las cosas graves sí se han denunciado, pero en el delito de gravedad media quizá las personas se han reprimido un poco».

No obstante, subraya que a partir de la segunda quincena de abril «hemos empezado a tener un problema, que era que la gente no cubría sus necesidades básicas», lo que ha llevado al personal de este servicio a trabajar varias semanas «en las que hemos estado gestionando con otros servicios dónde podían ir las víctimas de un delito a cubrir necesidades básicas», destaca. «Es muy difícil atender psicológicamente a alguien que tiene hambre. La asistencia psicológica o los temas legales pasan a un segundo plano, incluso una situación de violencia de género u otro tipo de situaciones pasan a un segundo plano porque no tengo cubierta la comida para mis hijos o el pago de la luz y el agua. A finales de abril y mayo ha habido situaciones muy complicadas», recuerda, aludiendo a otras entidades e instituciones para subrayar que « todo el mundo ha hecho todo lo que ha podido». A finales de mayo, comenzó a retomarse la normalidad en la actividad y a reimpulsarse los procesos aplazados.