Entrando en la materia agrícola y ganadera propiamente dicha, el campo ha mostrado, si exceptuamos el ya citado problema del agua, dos caras bien distintas. Si empezamos hablando del cultivo estrella de la provincia, como es el olivar, desde Asaja y desde UPA, sus responsables provinciales, Ignacio Fernández de Mesa y Miguel Cobos, respectivamente, coinciden en señalar que frente a un año excelente en cuanto a cantidad de producción, que ha sido de récord, en torno a las 365.000 toneladas, se sitúa la pésima situación de los precios, que han caído también hasta cotas históricas, rozando «los límites de la rentabilidad», en palabras de Fernández de Mesa.

«Hemos tenido este año un precio ruinoso», indica, por su parte, Cobos. Si a ello se une la escasez de agua, que está afectando seriamente al olivar de secano, que es el más numeroso en la provincia, las perspectivas de cara a la nueva temporada no son nada halagüeñas para un sector que supone en torno al 59% del valor de la producción final agraria de la provincia.

De la sequía tampoco ha escapado la viña, cultivo que ha visto, un año más, cómo se ha hecho necesario que se adelante la recolección que, aunque ha conseguido una buena calidad, se ha visto reducida en producción en torno a un 30%.

En el caso de los cereales, la característica fundamental es la progresiva caída de la producción. A medida que pasan los años se va reduciendo la superficie cultivada tanto en trigo duro como en girasol o maíz, caída que viene ocasionada por la falta de rentabilidad, ya que, según explican desde las organizaciones agrarias, con unos precios tan bajos se hace muy difícil seguir apostando por cultivos como el trigo duro, que tiene unos altos costes de producción y está muy expuesto a plagas y enfermedades. Solo se mantiene, por ahora, el algodón, gracias a los cupos establecidos, aclaran.

Tampoco ha sido satisfactorio el resultado de los cítricos, donde se ha dado una situación parecida a la del olivar, pues una cosecha dentro de los parámetros normales en cuanto a cantidad, se ha visto maltratada por unos precios «catastróficos», según Ignacio Fernández de Mesa, y «desastrosos», según Miguel Cobos. Ambos coinciden en apuntar que este año la inmensa mayoría de los citricultores «han trabajado a pérdidas».

A ello hay que unir la enorme competencia que ha supuesto la llegada de producto procedente de África o Sudamérica, que tiene unos costes de producción mucho más bajos, aunque en no pocas ocasiones no ofrecen las garantías de calidad que la naranja local.

Ponen al respecto como ejemplo desde Asaja y UPA los casos detectados de mancha negra de productos llegado de Sudáfrica o Marruecos. Para los próximos años, indican, si no se toman medidas para afrontar esta desequilibrada competencia habrá serias dificultades de subsistencia.