Marcos Fernández Ortega es un niño al que con solo 3 años le diagnosticaron que tenía un linfoma no Hodgkin. La madre de este pequeño sospechaba que algo no iba bien, porque su hijo tenía un fuerte dolor de barriga que no desaparecía. Tras idas y venidas al pediatra sin concluir que pudiera padecer nada grave, en Urgencias del Reina Sofía, primero con una ecografía y luego con una operación, confirmaron la existencia de esta patología. Marcos, que ahora tiene 9 años, hace una vida normal como otros niños de su edad, va al colegio, quiere ser feliz y disfrutar. Este pequeño no llegó a necesitar finalmente un trasplante de médula, aunque sí recibió quimioterapia y tuvo puesto por seguridad durante dos años un port-a-kat. «Tener un hijo meses hospitalizado por una enfermedad así te cambia la vida. Mi mujer se pasaba las 24 horas en el hospital y yo me iba a trabajar, pero con la lógica preocupación», señala Francisco José, padre de Marcos. Este padre anima a la población cordobesa que tenga entre 18 y 40 años (requisitos establecidos por el Ministerio de Sanidad) a que se haga donante de médula ósea, «porque es algo que no supone riesgo y puede ayudar a salvar vidas». «Nosotros estamos muy agradecidos a los voluntarios del hospital y de la AECC, porque te ayudan a continuar tu vida en esos momentos tan duros», resalta.