El abogado penalista Rafael Sarazá falleció ayer a las ocho de la mañana en Córdoba. Sarazá había sufrido un ictus la semana pasada y estaba ingresado en el hospital Reina Sofía desde entonces. Le faltaba poco más de un mes para cumplir 83 años. La triste noticia suscitó reacciones desde primera hora de representantes de distintas instituciones y colectivos que transmitieron su pesar a familiares y amigos, destacando su gran valía profesional y personal.

Uno de los primeros en pronunciarse públicamente fue el coordinador provincial de IU y primer teniente de alcalde del Ayuntamiento, Pedro García, que subrayó que «ha sido un luchador por la libertad, luchador por la democracia y un hombre bueno en general», además de «uno de los referentes para miles de estudiantes y profesionales de la judicatura y abogacía», y para «la izquierda en la ciudad y en el país».

La delegada del Gobierno de la Junta en Córdoba, Rafi Crespín, destacó que Sarazá fue «un demócrata convencido, defensor de las libertades y derechos de aquellas personas más necesitadas». De él valoró su «carácter incansable y luchador» y su «compromiso con los demás para contribuir a una sociedad más madura, libre y respetuosa con los derechos humanos».

La consejera de Cultura, Rosa Aguilar, aseguró que «era un hombre de corazón grande», que «marcó un antes y un después» y que, «por su forma de ser», ha sido «un referente permanente». «Para mí -añadió la consejera-, que me duele y mucho su muerte, ha sido siempre un maestro del que aprender para saber caminar en la vida». Aguilar señaló también que «ha sido un hombre comprometido con Córdoba, con su profesión», y, «desde su condición de cristiano, con los ciudadanos», además de «una persona coherente con sus principios, valores, planteamientos, que te brindaba su amistad por siempre y para siempre». Por ello, «siempre formará parte de la vida de Córdoba», donde «se queda, de otra manera».

El exdecano del Colegio de Abogados, José Rebollo, afirmó que Sarazá «era una verdadera institución en la abogacía de Córdoba y en la nacional», un «abogado magnífico» pero, «por encima de eso, era una persona entrañable y buen compañero», alguien «verdaderamente excepcional».

La Junta de Gobierno del Colegio de Abogados de Córdoba, en representación de la abogacía de Córdoba, lamentó «profundamente» el fallecimiento de Sarazá, «considerado como uno de los mejores abogados penalistas de Córdoba, además de haber sido abogado de diferentes movimientos reivindicativos y sindicales». El colegio recordó que «en los últimos años ha estado ligado a su barrio, el Santuario» y formó parte de su vida asociativa.

El secretario general de CCOO, Rafael Rodríguez, indicó que «Córdoba pierde a un gran defensor de los derechos y libertales democráticos» y agradeció «su incansable labor en defensa de los trabajadores y las víctimas del franquismo».

Equo destacó el «sentido ético» de su trayectoria, asegurando que «para muchas generaciones» es «un referente de coherencia y compromiso».

Rafael Sarazá, que estaba casado con María Luisa Jimena y tenía siete hijos, estudió Derecho en Sevilla, empezó a ejercer en 1956 y fue profesor de la Escuela de Prácticas Jurídicas. Militante de Acción Católica en su juventud, fue uno de los fundadores del Círculo Cultural Juan XXIII. Formó parte del primer Ayuntamiento democrático, del que fue teniente de alcalde entre 1979 y 1981, con Julio Anguita al frente. A propuesta de IU, fue miembro del Consejo General del Poder Judicial entre 1994 y 1998. Cordobés del Año de Diario CÓRDOBA en 1994, tiene también, entre otras distinciones, la Fiambrera de Plata del Ateneo (1994); la Gran Cruz de la Orden de San Raimundo de Peñafort (1996), la Medalla de Oro de la Ciudad (2006), y la Gran Cruz al Mérito en el servicio a la Abogacía (2008). Hace tres años recibió la medalla de la Junta por el 28-F. Su funeral tendrá lugar hoy, a las 12.00, en la parroquia del Santuario de la Fuensanta.