Los alumnos de Secundaria, Bachillerato y FP abandonaron ayer colegios e institutos con las notas en la mano y rumbo a unas ansiadas vacaciones de dos meses, que los más pequeños, de Infantil y Primaria, ya comenzaron el pasado viernes 22. Acaba pues un curso escolar 2017-2018 que, como todos, ha tenidos sus luces y sus sombras, visto de desigual forma por la Administración educativa y por los sindicatos, en representación de los profesores. Los 164.299 alumnos que han llenado las aulas durante estos nueves meses ya están de vacaciones; los 11.899 docentes que les han dado clases aún cuentan con unos días más de trabajo.

Los sindicatos de enseñanza han criticado, sobre todo, la eliminación de unidades debido a la bajada de natalidad, cuando su petición es que se reduzcan las ratios, o número de alumnos por clase. CSIF, además, presentó una encuesta realizada a 400 profesores en las que estos no se sentían muy satisfechos, ni con la valoración de su labor por la Administración ni por la excesiva carga burocrática que padecen, entre otras cuestiones. Ayer fue Ustea la que hizo balance, criticando que la climatización «se aborda con cuentagotas»; que ha habido numerosas vacantes sin cubrir; que los centros tienen una enorme carencia de personal de Administración y Servicios o que no se ha negociado la nueva FP.

Por el contrario, el delegado de Educación, Antonio José López, hizo balance del curso destacando que se ha trabajado por la mejora de las infraestructuras, con una inversión de unos 10 millones de euros, con obras entre las que se encuentran 32 actuaciones en climatización, así como que se ha realizado una apuesta por el apoyo a las familias y el diálogo con la comunidad educativa, con la puesta en marcha de dos comedores nuevos. Para los alumnos ha sido un curso más de esfuerzo. Merecen descansar.