La carrera de Medicina es una prueba de fondo que exige al menos diez años dedicados por completo a la formación. El sábado pasado, miles de médicos ya titulados se presentaron al examen para acceder a una plaza de residentes del que aún se están recuperando.

A Irene de la Torre la vocación le vino en los genes. No en vano, su padre, su madre y su único hermano son médicos, aunque decidió seguir sus pasos cuando vio que la nota de Selectividad le abría las puertas. Sobre la especialidad que elegiría, tiene claro que lo que menos le gusta es la cirugía general y no se cierra a seguir los pasos de sus padres (pediatra y de familia). Titulada en la UCO, confiesa su decepción por la carrera, «sobre todo, por la falta de implicación de algunos profesores y tutores de prácticas». El sábado, acudió tras meses de estudio intenso a hacer el examen MIR, que, como al resto, la dejó descolocada. «Fue un examen atípico, que además de los errores tenía preguntas sin sentido, obviando cuestiones de medicina clínica importantes a cambio de datos accesorios», afirma, «no esperaba ese tipo de examen y dejé algunas preguntas de reserva sin contestar». Abierto el plazo de alegaciones, no descarta impugnar algunas. El futuro laboral de los médicos lo ve difuso. «Las perspectivas de quedarte en el hospital donde haces la residencia son pocas», afirma, por lo que coincide con otros compañeros en que es posible que acabe en el extranjero o en la medicina privada.