La acusada del crimen de la plaza de la Fuenseca negó ayer que apuñalara voluntariamente al fallecido, con el que convivía en una casa cedida por un conocido de él, y añadió que su relación había sido «una vida de cautiverio, vejaciones y violaciones». Según relató ante el jurado popular, el fallecido la sometía a constantes abusos y la maltrataba con frecuencia. Así, contó que la mañana de los hechos, tras tenerla amarrada para que no saliera de la vivienda, y tras violarla, consiguió convencerlo para hacerle un desayuno y explicó que, como se le había quemado la tostada, la víctima le increpó, le tiró el café y le restregó la tostada por la cara. Ante ello, añadió la encartada (que reconoció que consumía sustancias estupefacientes), que cogió un cuchillo, solo para amenazarlo, y que él, al abalanzarse sobre ella se lo clavó, pero que después, ella, llevada por los nervios, le apuñaló dos veces más. Aún así, dijo que él también intentó apuñalarla a ella. Explicó la acusada que pidió auxilio pero que nadie la escuchó y por eso lió el cuerpo, lo bajó, todavía vivo, a otra dependencia de la casa y que más tarde falleció.

También declararon ayer los policías que acudieron a la vivienda, en dos ocasiones. La primera, por una denuncia de los vecinos que apreciaban malos olores, pero que ante el mal estado de la casa y la declaración de la acusada de que se debía a ratas muertas, no practicaron ninguna inspección más, aunque dijeron a su jefe que «olía a muerto». La segunda vez que entraron fue para buscar el cadáver, tras la denuncia presentada por la madre del fallecido. Entonces, dicen, la propia autora indicó dónde estaba el cuerpo, le confesó a una agente los malos tratos que recibía y entregó el cuchillo con el que había agredido a su compañero. Sin embargo, la versión que dio entonces a la agente no coincide con la de ayer en la sala, pues entonces dijo que aprovechó que la víctima estaba recostada en la cama para apuñalarle.

También testificaron la madre del fallecido y la mujer con la que vivía en Tocina antes de venirse a Córdoba «a buscar trabajo» y con la que tiene tres hijos. Ambas negaron que fuera un maltratador y dijeron que ella no quería que hablara con la familia.