La lírica y la música clásica, que tantos profesionales de éxito han aportado a Córdoba en las últimas décadas, cuentan desde hace unos años con un nuevo nombre destacado en canto y música. Se trata de Javier Povedano Ruiz, nacido en Córdoba hace 28 años, que comenzó los estudios de clarinete en la capital cordobesa y obtuvo el título superior de este instrumento en el Conservatorio Superior de Música de Madrid. Javier Povedano ha cosechado premios como clarinetista en solitario y con el quinteto Enara, pero un día decidió iniciar su formación como barítono en la Escuela Superior de Canto de Madrid, faceta en la que se encuentra volcado hace años. En julio este barítono cordobés se encuentra yendo y viniendo a Alemania, país en el que está participando en el Belcanto Opera Festival: Rossini in Wildbad. Además, en su apretada agenda le aguarda actuar en agosto en el Festival Internacional de Santander y también lo hará en las temporadas de abono de la Orquesta Sinfónica de Navarra y de la Orquesta de Córdoba. La actuación con la Orquesta de Córdoba está prevista en abril, con el reformado Gran Teatro de nuevo abierto al público. Además, tras el verano estrenará la ópera La isla, de Nuria Núñez, y grabará los 33 Sueños, de Sierra y Garvayo. Cuando vivía con sus padres en Córdoba, la música clásica formaba parte de un hogar, en el que su madre y su abuela empezaron estudios musicales, aunque no se dedicaron a ello.

-¿Qué siente cuando toca o canta?

-Después de días de mucho estudio y preparación de un papel, llega el momento de expresar todas esas emociones, ante un público que tiene ganas de escuchar y que ha pagado por esas emociones. Cuanto canto o toco siento un gran placer, pero también vacío porque lo he dado todo.

-¿Cómo fueron sus inicios musicales?

-A los 8 años empecé en la academia Mozart de Córdoba para aprender a tocar el clarinete. Accedí al Conservatorio Profesional de Música de Córdoba a los 12 años y me di cuenta que quería dedicarme a la música. Así que cuando aprobé Selectividad decidí dedicarme a esta faceta al 100%. En ese momento aún no se me pasaba por la cabeza que podía estudiar canto y dedicarme a ello profesionalmente.

-Con 18 años se marchó a seguir estudiando en Madrid.

-Me seleccionaron para poder estudiar en el Conservatorio Superior de Música de Madrid, donde obtuve el título superior. En el 2012 accedí al Instituto Internacional de Música de Cámara de la Escuela Superior de Música Reina Sofía y empecé a actuar con el quinteto Enara, con el que he ganado múltiples concursos de música de cámara en Europa.

-¿Le influyó algún profesor en su decisión de dedicarse en exclusiva a la música?

-Manuel Jódar, profesor mío de clarinete en el Conservatorio Profesional, me ayudó mucho como músico y me animó a entrar en este mundo.

-¿En esa primera etapa solo como clarinetista formó parte a su vez de jóvenes orquestas?

-Sí, de la Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid; de la Orquesta Joven de Córdoba, de la Orquesta Filarmónica de España o la Joven Orquesta Nacional de España. Como clarinetista solista recibí el primer premio en el cuarto concurso para voces e instrumentos de la asociación wagneriana de Madrid y participé en conciertos en Córdoba, México (interpretando los Cantos del Alma, de Lorenzo Palomo), o grabaciones con RNE.

-A partir del 2012 inició su formación como barítono en la Escuela Superior de Canto de Madrid y acabó sus estudios hace dos años, bajo la tutela de Sara Matarranz, aunque sigue con su formación. ¿Por qué de repente se animó a estudiar canto?

-Un amigo me propuso entrar en el coro Ziryab, aunque yo no me veía capaz. Hice la prueba y el director del coro, Javier Sáenz-López, me animó a dedicarme al canto. Decidí continuar con la carrera de clarinete, pero ya me empezaba a atraer más el canto, hasta que empecé a tomármelo más en serio y dedicarme a ello. Aposté por el canto porque me aporta un punto más de pasión el poder interpretar a un personaje, subirme a un escenario, vaciarme en el papel de una persona y poder expresar no solo con la música, sino también con el cuerpo y la palabra. En la Escuela Superior de Canto de Madrid te enseñan los cuatro idiomas básicos de la lírica (francés, alemán, italiano e inglés). Allí recibí clases de escena y de improvisación actoral.

-¿Qué le pareció actuar por primera vez con una ópera en Córdoba el pasado marzo?

-Me hizo mucha ilusión poder cantar como solista junto al coro Ziryab, con una obra como Carmina Burana. Fue mi primera actuación en Córdoba como barítono, aunque volveré los días 11 y 12 de abril del 2019 para actuar dentro de los conciertos de la temporada de abono de la Orquesta de Córdoba, con la obra La Pasión según San Mateo. Con la Orquesta de Córdoba ya tuve la oportunidad de cantar en la clausura del Festival de Música Española de Cádiz.

-En el citado festival de Cádiz tuvo ocasión de actuar precisamente junto al tenor cordobés Pablo García López. ¿Cómo vivió la experiencia?

-Es un artistazo. Nos conocimos cuando yo aún no me dedicaba al canto y él ya actuaba en numerosos teatros. Que Córdoba se esté acordando de mí en gran parte se lo debo a Pablo García López. Me encantaría poder compartir pronto una ópera con él en el escenario. Porque en Cádiz compartí concierto, pero no escenario.

-Actuó en un recital escenificado en el 18 Ciclo de Lied, de Santiago de Compostela, en el que cantó y tocó el clarinete.

-Fue increíble poder compaginar las dos facetas que he desarrollado en mi vida. Fue una idea del director de escena sevillano Rafael R. Villalobos, al que había conocido en el Teatro Real. Actué junto al pianista Jorge Robaina. Fue una obra sobre Apollinaire, a través de composiciones francesas sobre su figura realizadas por Arthur Honegger y Francis Poulenc.

-¿Cuáles son sus próximos proyectos?

-Cuando acabe con el festival en el que estoy actuando en Alemania, del que por cierto estamos recibiendo buenas críticas, me iré en agosto a Santander, donde participaré en la obra Il segreto di Susanna. Y pronto estaré con los ensayos para el estreno en abril, en el Festival de Música Contemporánea de Valencia, de La isla, de Nuria Núñez, ópera de cámara para niños, con dirección de escena de Rafael R. Villalobos. También grabaré el disco de 33 Sueños, perteneciente a un ciclo de canciones de Roberto Sierra, músico que ha ganado este año el Premio SGAE de la Música Iberoamericana Tomás Luis de Victoria, con letra de Juan Carlos Garbayo, pianista que es Premio Nacional de Música. Esta obra la representamos en marzo en Sevilla.

-¿Cuánto tiempo dedicar a preparar la voz a diario?

-Sobre hora y media diaria. No se puede sobreexplotar la voz. Aunque al estudio le dedico más tiempo, porque puedo estudiar sin cantar.

-¿Dónde le gustaría actuar más en Córdoba, en Medina Azahara, por ejemplo, que acaba de recibir el título de Patrimonio de la Humanidad?

-Medina Azahara sería un lugar estupendo, de una belleza única. Mi padre, Antonio Povedano, que ahora es arquitecto, trabajó hace años, cuando era aparejador, en la restauración de Medina Azahara y cuando éramos niños nos llevaba a veces a mis hermanos y a mí. También ejercieron como restauradores de la ciudad califal mi abuelo y bisabuelo (Rafael Ruiz y Rafael Bernier, respectivamente), también aparejadores.

-¿Qué opinión le merece la actividad lírica que se desarrolla en Córdoba y sus referentes?

-Córdoba tiene una cantera lírica excelente, en cuanto a cantantes y músicos, aunque es una ciudad pequeña y más sabiendo los problemas que ha tenido para sobrevivir la Orquesta de Córdoba en los últimos años. Es una lástima que nos hayamos tenido que labrar un futuro fuera. Ojalá que Córdoba como ciudad disfrutara de los talentos que tiene.

-¿Las nuevas generaciones pegadas al ‘whatsapp’ y de consumo de éxitos musicales fugaces se sienten atraídas por la lírica?

-Creo que sí. En los conciertos veo a gente joven, personas que un día fueron a una ópera y conectaron. A pesar de la sobreinformación y de este mundo veloz la lírica y la música clásica continúan emocionando, en contraposición a ese otro mundo.

-¿Le gustan otras músicas?

-Sí me gusta la música klezmer, ritmos étnicos de Europa del Este. Tuve una banda en Córdoba con la que tocábamos muchísimo. Cuando quiero evadirme un poco me pongo esta música.

-¿El oficio de barítono está bien pagado?

-Sí, pero estoy empezando. Me siento afortunado, ya que con el tiempo que llevo no me puedo quejar.

-¿Ha recibido alguna vez alguna crítica negativa o normalmente positivas?

-Las críticas positivas las recibo con alegría, aunque no las puedes creer al 100%, y las negativas han sido pocas, aunque es un trabajo en el que sabes que es imposible gustar a todo el mundo.

-¿Viene mucho por Córdoba?

-Lo que me deja el trabajo, porque la residencia la tengo en Madrid, donde tengo a mi profesor y a mi pianista, aunque intento escaparme para ver a la familia y a amigos. Añoro hasta el calor.