«Cuando salíamos del colegio se veían niños jugando por todas partes volviendo a casa. Ahora, solo hay colegios Mcautos, en donde a la salida los recogen sus padres en coche. Solo van pensando en jugar con la consola. No salen a la calle porque no hay niños jugando, y no hay juegos porque no hay niños que salgan... Eso hay que cambiarlo». Así se expresaba uno de los impulsores de Callejugando, el profesor del instituto Galileo Galilei Jorge Álvarez de Sotomayor, hablando de una iniciativa que el año pasado movilizó a 700 alumnos y que este año, con todo el respaldo institucional y de la comunidad educativa de la Fuensanta y el Parque Figueroa, ha hecho que 2.000 escolares y jóvenes, de 3 a 20 años, salgan de sus 11 centros para, sencillamente, jugar en la calle. La iniciativa, que llevó a cortar gran parte de la avenida de La Fuensanta, contó con representaciones de centros de otros distritos y hasta de un instituto de Peñarroya-Pueblonuevo, ya que la idea es la de extender la iniciativa al mayor ámbito posible, institucionalizando esta fecha previa a la Navidad y divulgando su filosofía el resto del año.

Así, y por lo menos un día al año, se consigue luchar de forma directa contra «el sedentarismo y la adicción a las máquinas», sentenció el recién nombrado delegado de Educación de la Junta, Antonio José López, haciendo suya la filosofía del encuentro. Junto al delegado, la concejala de Participación Ciudadana, Alba Doblas, destacó el fondo educativo y de convivencia que tiene este proyecto, así como de colaboración entre administraciones y con los vecinos; mientras que el edil de Movilidad, Educación e Infancia, Andrés Pino, aplaudió el encuentro como «símbolo» de una forma más humana de replantearse la movilidad en la ciudad, reconquistar espacios públicos por los niños y sumarse a la lucha contra el sedentarismo infantil. También mostró su apoyo a la iniciativa Juan Miguel Luque Lara, en nombre de la Fundación Cajasur, entidad colaboradora. Filosofías aparte, las caras de los niños lo decían todo, aunque no supieran que los juegos estaban científicamente calculados por los profesores para desarrollar distintas capacidades físicas como la fuerza, la velocidad, la resistencia, la agilidad... Como intuitivamente siempre se hizo de niño al jugar y ahora, lamentablemente, hay que reivindicar que se viva, como mínimo, una vez al año.