La secretaria general de CCOO en Córdoba, Marina Borrego, y el responsable de migraciones del mismo sindicato, Said Faz, mostraron ayer la postura contraria de esta organización a los «mensajes racistas y xenófobos que lanzan desde distintos sectores» y que tergiversan la realidad de la migración. Así, Marina Borrego indicó que CCOO «no va a permitir que se persiga a ningún trabajador por su sexo, origen nacionalidad o color».

Said Faz fue el encargado de aportar datos concretos sobre la población migrante de Córdoba. En ellos destaca que en la provincia residen 29.780 ciudadanos extranjeros, pero contra lo que se podría pensar, la mayoría no son subsaharianos o africanos, sino centroeuropeos. En concreto, el 76%. De ellos, el 64% proceden de Rumanía. De países de extracomunitarios procede el resto. Por ello, Faz indicó que «la leyenda de que nos están invadiendo es falsa», porque el índice de personas migrantes de Córdoba «es bajo».

Otro detalle que destaca el responsable de migraciones de CCOO es de que el 91% de los extranjeros que hay en Córdoba están en edad de trabajar y el 79,775 de los extracomunitarios y un gran número de ellos son jóvenes o menores, lo que supone que los inmigrantes «están ayudando a rejuvenecer la población».

Por otro lado, explicó asimismo Said Faz que en Córdoba el fenómeno migratorio se da en una doble vertiente, pues por un lado están los ya citados inmigrantes y, por otro, los ciudadanos cordobeses, en su gran mayoría jóvenes bien formados, que abandonan la provincia buscando un futuro más esperanzador. En este sentido, los datos que maneja CCOO indican que el saldo migratorio de Córdoba es negativo, porque actualmente se marchan más personas de las que llegan.

En concreto, en el año 2017 se fueron de la provincia un total de 3.500 personas, la mayor parte de ellos hacia otras provincia y países comunitarios como Alemania, Francia o Gran Bretaña.

Relacionado también con la migración, Marina Borrego negó que falten trabajadores para las campañas de recogida de aceituna. A su juicio, lo que ocurre es que lo que no quieren los jornaleros es trabajar en condiciones precarias, por debajo de convenio o a destajo, como, según dijo, pretenden los empleadores. Por eso, añadió, recurren a los inmigrantes, que por sus necesidades vitales aceptan esas condiciones.

Said Faz apostilló que «no es lógico que los empresarios digan que no hay inmigrantes para trabajar en el campo pero luego se lance el mensaje de que sobran personas inmigrantes. Algo está fallando», indicó.