Ciento ochenta días, seis meses, es el plazo máximo que marca la ley de Dependencia para cumplir los trámites y asignar la ayuda correspondiente. 621 días, el tiempo medio real que tienen que esperar en Córdoba las personas dependientes. Algunos aguantan lo suficiente y consiguen mejorar su calidad de vida, otros se quedan en el camino y cuando les llega la carta que les informa de la llegada inminente de la prestación ya han muerto, los que más, sobre todo, cuando se trata de personas mayores, empeoran progresivamente para desgracia de ellos y de sus cuidadores. La situación no es nueva, pero sigue truncando el día a día de miles de personas.

Más de 7.000 cordobeses dependientes, valorados y con prestación reconocida están esperando actualmente en Córdoba para ser atendidos, una situación que llega a prolongarse una media de 621 días, según el Colegio de Trabajadores Sociales, «por más que la ley fije en seis meses el plazo máximo para recibir la prestación». De esos 7.000 cordobeses, más de 2.000 residen en la capital y el resto en municipios de la provincia, según los datos facilitados por la Consejería de Igualdad y Políticas Sociales. Se trata de una foto fija que varía a escasa velocidad mes a mes y que mantiene a un número ingente de usuarios desatendidos, lo que para el Colegio Profesional, que ha puesto en marcha una campaña para reivindicar el cumpliento de los plazos, supone «un retroceso en los derechos de las personas más vulnerables y un problema al que se enfrentan diariamente los profesionales y los tramitadores de la ley».

Según las estadísticas publicadas por el Imserso, el perfil de los usuarios de dependencia en Andalucía es el de mujeres (más del 65%) de edad avanzada (más del 64% tiene más de 80 años), lo que según los trabajadores sociales de la provincia de Córdoba supone que las víctimas de los retrasos en la asignación de prestación son las mujeres por partida doble, como beneficiarias y como cuidadoras, ya que el 89,3% de los cuidadores no profesionales de personas en situación de dependencia son actualmente mujeres (el 60% de las cuales tienen más de 50 años).

La mayor longevidad de ellas, la mayor carga de cuidado y la presencia de más mujeres dependientes las señala como principales víctimas de las carencias del sistema de dependencia. En cuanto a las prestaciones asignadas, llama la atención que aunque más del 57% de las resoluciones emitidas asignan la condición de dependientes de grado 3 o 2 (los más graves), frente a un 23,3% de resoluciones de grado 1, la prestación más extendida es la teleasistencia y la ayuda a domicilio (ver gráfico), frente a otras opciones pensadas para los casos más graves como puede ser la atención residencial, que reciben un 8,4% de los usuarios, y los centros de día, que reciben solo a un 4,6% de los beneficiarios. La prestación económica para cuidadores familiares, por su parte, representa el 24,6% del total. Otros servicios más especializados como la prestación económica vinculada al servicio o la asistencia personal son totalmente anecdóticos en cuanto a incidencia. Para los trabajadores sociales, que exigen «más recursos y más interés de la administración para acortar los plazos», la situación actual se debe a que «se agilizan las valoraciones, pero cuando llega la hora de asignar la prestación el proceso se detiene porque falta dinero y previsión».

DEPENDENCIA ‘LOW COST’/ Sin embargo, para mejorar los datos de cara a las estadísticas, indican, «lo que se está haciendo es priorizar la dependencia de bajo coste (low cost), es decir, la teleasistencia (botón rojo) y, en el mejor de los casos, la ayuda a domicilio». Sin embargo, se están aparcando los casos de grandes dependientes, que requieren atención residencial o en centros de día y que exigen un coste más elevado. En el caso de las residencias, según las mismas fuentes, el problema es doble, ya que el número de plazas concertadas «es insuficiente». La situación «arrastra desde hace años», aclaran las mismas fuentes, «nunca ha habido una buena previsión y actualmente tenemos una red de recursos potente que no se está utilizando al 100% y que genera una sensación de frustración impresionante».