Cerro Muriano es un barrio con el corazón divido entre Córdoba y Obejo, los dos municipios a los que pertenece. Pero esta división administrativa es, en comparación con su historia, bastante moderna, dado que el entorno ha sido vivido y explotado por el ser humano desde la Edad de Bronce. Y no es casual.

Cerro Muriano ha sido zona de explotación minera desde tiempo inmemorial y su riqueza era ya conocida hace 5.000 años, como señala el escritor e historiador Fernando Penco, director del Museo del Cobre de Cerro Muriano y redactor de la memoria justificativa para la inscripción de la zona minera de Cerro Muriano en el Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz como Bien de Interés Cultural, con la tipología de Sitio Histórico, aprobado en julio del 2010 por la Junta de Andalucía.

Penco subraya que la reserva minera de Cerro Muriano es, de cuantas se han estudiado, «la más antigua que existe en la provincia de Córdoba en la explotación del cobre», ya que «desde 5.000 años para acá han estado en explotación», aunque en todo este tiempo ha tenido dos etapas más intensivas: durante la época romana y a partir del siglo XIX, en plena revolución industrial. De todo ello quedan importantes vestigios históricos, la huella de quienes obtuvieron sus recursos naturales de Sierra Morena, una de las formaciones geológicas «más antiguas de Europa», que cuenta con montes «que son grandes criaderos de mineral, no solo de cobre», también de oro, como evidencian los estudios del ingeniero de Minas Antonio Carbonell.

En este sentido, el profesor de la UCO e investigador Ramón y Cajal del Ministerio de Economía Antonio Monterroso recuerda la importancia que tuvo esta zona minera para Corduba, cuyo nombre, Cerro Muriano (Mons Mariano), podría hacer referencia a Sexto Mario, uno de los hombres más poderosos del imperio, que fue propietario de las minas de Córdoba. Cerro Muriano se convierte así en el «símbolo» y en el «recuerdo toponímico» de toda la riqueza minera de la Sierra Morena cordobesa y la comarca del Guadiato, cuyos recursos enriquecieron a Corduba, por entonces capital de la Bética, y la convirtieron en una ciudad monumental, según la línea de investigación de Monterroso.

A partir del siglo XIX serán los ingleses quienes se encarguen de la explotación de las minas, en plena Revolución Industrial. Aunque las minas de Cerro Muriano pasaron por diversas compañías una de las más significativas fue la Córdoba Cooper.

El Defensor de Córdoba, en su edición del 16 de mayo de 1906 informaba de la constitución en Londres de la sociedad «The Norh Cerro Muriano Copper Mines Limited» para «adquirir y explotar la parte norte del grupo de minas de cobre», que fueron «cedidas por Cerro Muriano Mines Limited, además de las concesiones de Los Facciosos y Torre Árboles». Por aquella operación Cerro Muriano Mines recibió 24.500 libras en efectivo y 116.000 en acciones liberadas. El capital social fue de 250.000 acciones de una libra.

Pocos años después las minas cerraron definitivamente, ya que, como explica Penco, «era más caro sacar el agua que el cobre» del subsuelo.

La base militar

Cerro Muriano es también conocida por su base militar, creada por Manuel Azaña, presidente de la II República. Córdoba Gráfica, Revista Ilustrada y Literaria, se hacía eco en 1932 de las noticias que hablaban de la implantación del «campo de tiro y maniobras para las fuerzas de la segunda región, lo que reportará grandes beneficios a esta comarca». El proyecto se hizo realidad. La base fue creciendo y a partir de 1964 acoge dos Centros de Instrucción de Reclutas (CIR). En el mes de abril de 1985 se creó la Brigada de Infantería Mecanizada XXI que con los años dará lugar a la Brigada Guzmán el Bueno X, una brigada polivalente de la Fuerza Terrestre que ha participado en numerosas misiones de paz internacionales.