¡Fascismo legal, vergüenza nacional!, ¡Visitantes, bienvenidos!, ¡Fuera fascistas de nuestras calles!, ¡No tenemos miedo! Con estas y otras consignas, unas 3.000 personas, la gran mayoría jóvenes, salieron ayer a la calle para sumarse a las protestas «espontáneas» convocadas en Andalucía tras conocerse los resultados de las elecciones andaluzas y la irrupción de Vox en la vida parlamentaria. Aunque sin autorización, por la premura de la convocatoria, y contra la previsión inicial de concentración, una vez reunidos en el Bulevar Gran Capitán, algunos lograron movilizar a los presentes para cortar el tráfico, dando paso a una manifestación improvisada que recorrió el Paseo de la Victoria, Ronda de Tejares y Colón, culminando en la avenida de América, desde las siete de la tarde hasta pasadas las nueve y media.

En el trayecto, se repitieron varias sentadas mientras algún que otro simpatizante de Vox quiso dejar claro su signo político increpando a los manifestantes, sin que llegara el agua al río.

Junto a los lemas, sonó en varias ocasiones el himno de Andalucía mientras algunos ondeaban banderas blanquiverdes y republicanas, en esa costumbre tan arraigada, en cierta parte de la izquierda, de mostrar su rechazo a la bandera constitucional española. La manifestación, que se desarrolló de forma pacífica, registró momentos tensos cuando los agentes de policía solicitaron a varios jóvenes que se descubrieran el rostro. Este periódico solicitó explicaciones a algunos manifestantes sobre los motivos por los que se cubrían la cara. Algunos aseguraron que lo hacían para evitar consecuencias laborales por su expresión política. «Estoy trabajando en la aceituna y si me ven aquí temo que no me contraten», dijo un joven. Otros argumentaron el miedo a recibir una multa en casa. «Esta manifestación no está autorizada y si me hacen fotos es posible que me sancionen». Una chica explicó la cara tapada por el temor a «represalias de los fascistas».

La protesta, legítima aunque no autorizada, generó entre los cordobeses opiniones encontradas que fueron desde la comprensión y el respaldo a la lucha contra el fascismo, a la total indiferencia o la condena a cortes de tráfico y proclamas del todo «injustificables» para algunos. La protesta culminó con la lectura de un manifiesto, leído con bandera republicana en ristre bajo una estatua de San Rafael. De vuelta, una mujer que se cruzó con la protesta explicaba a su hija lo que había visto: «Son gente que no sabe lo que dice, que no ha trabajado en su vida y que están cortando la calle con muy poca vergüenza». La niña le contestó: «¿Y por qué mamá, por qué lo hacen?». Lástima no haber oído la respuesta.