Con la Feria 2018 ya terminada, pocos consejos sirven para esos 240.000 cordobeses que según los últimos estudios sufren algún tipo de alergia, un 30% de la población. Pero el asunto no es para risa y sí para llorar y estornudar mucho. Extrapolando los datos, un tercio del 1.200.000 visitas que se esperaba para esta edición de la Feria de Nuestra Señora de la Salud se han visto condicionadas por alergias (unas 400.000), de los que el 60% son alergias de tipo respiratorio (240.000) y a su vez un 80% de ellos alérgicos al polen de olivo.

De hecho, es este grupo de alérgicos al polen de olivo el que más ha sufrido tras un benigno mes de mayo por el retraso de la floración debido a la fría primavera... Hasta que en la tercera semana del mes las concentraciones polínicas se dispararon. Francisco Díez, coordinador provincial de emergencias de la Cruz Roja y del hospital de campaña instalado en El Arenal, reconocía este viernes que en el primer fin de semana de la Feria los casos de asma bronquial por alergias respiratorias se multiplicaron respecto al año pasado.

Por supuesto, las tormentas registradas (más alrededor de Córdoba que sobre El Arenal) junto a las moderadas temperaturas bajaron las concentraciones polínicas pero… ¡Ay cuando salía el sol o soplaba el viento con cierta fuerza en la Feria, como en la tarde del pasado jueves!

Ahora bien, ¿hay que renunciar a la Feria siendo alérgico? Pues quizá no. Eso sí, usando un poco el sentido común que incluye, por supuesto, el supremo sacrificio en toda fiesta: saberse retirar a tiempo.

CONSEJOS PRÁCTICOS / Así, y aunque ya con la Feria acabada, para venideras ediciones no está de más recordar algunos de los trucos que bien conocen los alérgicos al polen para disfrutar de la Feria. Lo primero, y por supuesto, no se puede olvidar la oportuna medicación, pero más allá están las típicas gafas de sol para preservar un poco los ojos del polen y bajar la sensibilidad a la luz, así como la mascarilla (que es de lo más útil, aunque incómodo y que hace del alérgico el blanco de algunas aún más incómodas miradas) o usar más discretamente un pañuelo sobre la nariz y la boca para filtrar un tanto el polvo y el polen. También vale aprovechar las horas más frescas de la jornada para visitar El Arenal, preferir las casetas con suelo con tarima (siempre hay menos polvo y polen que sobre el albero) y las que tienen aire acondicionado, aunque sin ponerse delante de los chorros de aire y evitando corrientes… Y si se permite la broma festiva en tan serio asunto, si se es mayor de edad siempre puede tomarse una copa. El alcohol, en absoluto mejora la alergia. Pero a veces ayuda a que importe menos.

OTRAS ALERGIAS / Pero flores de olivo aparte (que para los alérgicos no tienen nada de poética belleza), también hay que contar con las alergias alimentarias, a los que pocos consejos pueden darse cuando en general no se cumple ni el último decreto que obliga a informar sobre potenciales alérgenos en los platos.

Y por último, alergias aparte, también se podría hablar de intolerancias alimentarias, al que un grupo de la población cada día mayor es sensible y para el que, por fin, este año hubo una buena noticia en la Feria: la celiateca, la furgoneta-caseta instalada al final de la calle Guadalquivir con José Luis Serrano al frente desde su camioneta-restaurante sirviendo comidas aptas para celiacos.

Que no es ninguna tontería, porque «hasta hemos visto gente agradecida y emocionada por haber podido comer en la Feria», recordaba ayer José Luis Serrano, quien, mientras cocinaba, reconocía que se ha dado mejor de lo previsto. Y es que ayudar a que todos disfruten de la Feria es tan social como económicamente rentable. A fin de cuentas... ¿qué fiesta da alergia directamente?