Si hay un sitio en donde pueden existir los milagros, creencias y fe aparte, ese es en El Arenal cada año de Feria. Pero aún así, que una caseta gane dos años consecutivos el concurso municipal no es fruto de la intervención divina, la hechicería ni de la casualidad.

«Hay muchísimo esfuerzo y muchos años de experiencia y trabajo detrás. Al principio era todo complicadísimo, pero ahora ya sabemos en el equipo las responsabilidades de cada uno, cómo hacerlo, cuándo delegar...No es que montar una caseta funcione solo, ni mucho menos, pero con los años ha ido siendo más fácil», explicaba ayer el presidente de la asociación Pájaro Madre, Alberto Villarrubia.

Y es que el éxito no se improvisa. Detrás está un duro trabajo desde hace 25 ediciones en El Arenal, cuando las 14 familias del colectivo abrieron la caseta arrastrando durante los años siguientes números rojos que poco a poco fueron haciéndose menos gravosos hasta desaparecer. Ahora, son 167 las familias «porque nosotros no hablamos de socios, sino de familias sean del tipo que sea», explica Villarrubia. Quizá sea esa otra de las fórmulas del éxito de la carpa, el carácter familiar de la caseta, una tipo de recinto del que ya apenas quedan 25 en El Arenal, como reconocía recientemente la federación vecinal Al-Zahara.

Pero volvamos a los números. «Hay quien viene a hacer negocio a la Feria. Nosotros vamos a echarle dinero, nosotros aportamos a la fiesta». Para ser más concreto: de entrada se le echa 400 euros de cuota anual por familia. Esa es una razón por la que La Reja es una de las que reclama al Ayuntamiento «más capacidad de autogestión». «No entro en que se tenga los cuatrot ramos actuales de cierre de la caseta para actos internos, los dos o los ocho que necesite cada cual... se trata de evitar el desánimo, porque es muy desagradable llegar a una caseta que te ha costado tanto esfuerzo y ver que el que no cabe eres tú», explica Villarrubia retomando un debate sobre una realidad de la Feria que no es nueva y que siempre parece quedar pendiente.

En todo caso, además del mencionado equipo compenetrado y cuajado a lo largo de un cuarto de siglo, hay otro factor para el éxito que La Reja asume, pero que da mucho en lo que pensar: «los 45.000 euros que cuesta año tras año montar una caseta para que, el próximo lunes, todo lo construido haya que tirarlo y no sirva para nada», explica el presidente del colectivo. Villarrubia recuerda así otro debate abierto sobre la Feria: la petición de que se permitan construir estructuras estables que abaraten y pongan sentido común a los costes que supone el montaje, tanto para el Ayuntamiento como para los colectivos de las casetas.

Y todo ello sin olvidar el factor más importante, «que es la ilusión». Una anécdota al respecto: al recordársele a Villarrubia aquellos tiempos en donde los primeros componentes del grupo terminaban sus encuentros cantando ‘El Pájaro Madre’ (lo que dio nombre a la asociación), el presidente no disimuló cierta emoción. «Sí, hace tiempo que no terminamos así, pero habrá que volver a retomar esa tradición desde que éramos niños». Ya ven: pura ilusión.