El Látigo Macareno sin música, el pilycrim a cinco euros la botella y un peluche de Yoda resistiendo el paso del tiempo es lo primero que el visitante se encuentra en la Calle del Infierno, cuando llega con los bolsillos llenos y la ilusión intacta.

«Tiene un tremendo...¡culo!», sones musicales mientras la noche cae y los instintos se aceleran. En la tómbola y en algunas atracciones no se respetó el hilo musical unificado y optaron por sones de salsa más castizos para huir del trap latino, que tomó al asalto los altavoces de la Calle del Infierno.

A falta de nuevas atracciones, el visitante de la Feria de Córdoba se agarra a lo que siempre funcionó entre los cacharritos. Porque nada mejor que la Mansión del Terror para darle un escarmiento a un sobrino lloroso o para que se crezca su primo el osado. Algunas caras después de bajarse del Gigant XXL, que compite en altura con la noria, eran un poema. Más de uno se agarraba, perdiendo la poca decencia que le quedaba, a su amigo el fortachón, ante el tembleque de piernas.

Pero si hay un lugar en la Feria en el que la competencia y la cooperación pueden funcionar como dos caras de la misma moneda es en el puesto de las escopetas de plomillo. Hay que aparentar y acertar más que el amigo para conseguir el peluche más grande posible. Incluso, cuando se juega entrada la madrugada, la cosa se puede poner demasiado competitiva. Ya entienden. Luego llega otro grupo de amigos y el pique se vuelve cooperación. El nuevo reto es acertar más que los otros. Las bromas para desconcentrar se convierten en consejos velados. Y si aún quedan ganas de guasa, nada mejor que los coches de tope para sacar a relucir la adrenalina. Antes, por la tarde, los más pequeños esperaron a que bajasen las temperaturas, que llegaron a estar por encima de los 30 grados y con una sensación térmica cercana a los 40 en las zonas carentes de sombra. Conforme la noche se acercaba las atracciones acuáticas, en especial las Cataratas, refrescaban a los chavales antes de que el Canguro, con su bandera del Córdoba CF, recordase que el infierno tiene muchas tonalidades, aunque todas hacen recordar al albero.