La primera feria de El Arenal encendió sus luces un domingo. Ocurrió hace ahora 25 años, a las 22.00 horas del 22 de mayo de 1994. El estreno de un recinto ferial trasciende de lo lúdico, es en sí un elemento de ilusión colectiva, de todo un proyecto de ciudad. Con sus luces y sus sombras (si se toma la palabra con literalidad, escasas aún), 25 años después la microurbe del jolgorio en la que por mayo se convierte este espacio ha dado la razón al empeño de las autoridades locales por buscar un recinto adecuado en el que ubicar la Feria de Nuestra Señora de la Salud, un anhelo que empezó a gestarse dos décadas antes de que fuese una realidad, cuando ya era de consenso común que el inolvidable enclave de La Victoria era céntrico, pero no el apropiado.

El recinto ferial de El Arenal recuperaba, a su vez, la otra orilla del Guadalquivir, pendiente entonces de otros proyectos que se fueron quedando por el camino. Y ahora Córdoba por vez primera ponía sus ojos en un lugar en el que también cobraba un incipiente protagonismo el escasos meses antes inaugurado estadio de El Arcángel, que todavía olía a nuevo. Una nueva Córdoba nacía. De hecho, Herminio Trigo, el alcalde que pulsó por vez primera el botón que dio alumbrado a sus 150.000 bombillas, 175 casetas y 300 atracciones, definió a esta Feria neonata como «el símbolo del cambio».

CÓMO HEMOS CAMBIADO

Y sí, es cierto, algunas cosas han cambiado desde entonces. Y no ya porque el reggaeton sea el hilo musical donde antes, con permiso de sevillanas y rumbas, los cuerpos se mecían con la voz de Rubén Navas, o porque las auténticas hamburguesas del tirol formen parte de la oferta gastronómica junto a pimientos, tortillas, las cuñas de coco en remojo o las fritangas de churros, y ya haya desaparecido de la visión la bucólica estampa de un caballito pony exhibiendo el triste sino de su vida. Por indulto municipal. La Feria de hoy es más inclusiva, con más luminosidad en las arriesgadas zonas junto al río Guadalquivir, y, para bien o para mal, con espacios más amplios, aunque este último aspecto se deba a que el número de casetas ha ido menguando, de las 175 de entonces a las 98 que hoy invitarán a pasar a los cordobeses y visitantes de la ciudad, que valoran que esta feria, al contrario que otras vecinas, defiende todavía su carácter abierto.

La feria que a las 00.00 horas del sábado toma el testigo a aquella de hace un cuarto de siglo va a disponer de un hilo musical uniforme en la Calle del Infierno, más luminosidad en el entorno del río y reabrirán al público los aseos de obra que llevan 15 años clausurados, gracias a la colaboración de una asociación de mujeres que se encargará de su higiene. El Arenal se va a mostrar más accesible que nunca, con medidas de inclusión para personas sordas o facilidades para que niños con autismo puedan pasear por la zona de atracciones.

Los conciertos estelares de la Caseta Municipal tendrán como protagonistas a Revólver (25 de mayo), Wolf Star (miércoles 29), Sergio Contreras (1 de junio), Duende callejero (31 de mayo) y Los Tabernícolas (30 de mayo a las 23.30), todos con carácter gratuito, y mañana Paco Candela abre el cartel en La Axerquía, por donde el 31 de mayo desfilará también Vanesa Martín. Hace 25 años, la oferta musical la componían Christina y los Subterráneos, Paco Clavel, El desierto que viene y La década prodigiosa.

La Feria respira, está viva, en continua transformación. De hecho, en el horizonte se refleja un proyecto de remodelación de El Arenal que ha aportado la Asociación de Casetas Tradicionales, sobre la base de una estructura de casetas fijas todo el año. Para lo incombustible, su permanente convivencia con las urnas. El domingo son las elecciones municipales; hace 25 años, José María Aznar exponía su programa en Vista Alegre mientras El Arenal se alumbraba. Esta feria que va del voto a la bota.