Pedro Sánchez y Susana Díaz parecen haber sellado el inicio de una suerte de luna de miel política en su reunión en la Moncloa. Sonrisas ante los fotógrafos. Compromiso de «lealtad» al presidente del Gobierno. Actitud visiblemente colaborativa con quien fuera su rival en las primarias del PSOE. Y una valoración entusiasta de la cita. Ante la posibilidad de que el PP bloquee que los territorios puedan endeudarse un poco más, como sugirió el nuevo líder, Pablo Casado, rechazando en el Senado los objetivos de déficit y deuda, Díaz fue tajante. Si los conservadores vetan ese dinero para las autonomías, serán responsables de los recortes en asuntos estratégicos. «A España se la quiere cuidando de sus servicios públicos», advirtió.