El PP andaluz ha tenido que salir raudo y veloz a apagar el fuego desatado por su líder nacional, Pablo Casado, con su giro estratégico tras el descalabro electoral del domingo marcando distancias con Vox. Los ultras se saben fundamentales para la estabilidad del Gobierno de la Junta y amagan con tumbar los presupuestos autonómicos si Casado no pide disculpas públicas por llamarles «extrema derecha». «Fue una definición, no un insulto», matizaron ayer los populares andaluces, considerando a Vox un partido «tan legítimo como el resto de fuerzas parlamentarias» y comparándole con Podemos. «Vox es al PP lo que Podemos es al PSOE», abundó el portavoz del Ejecutivo regional, Elías Bendodo, tras pedir «sosiego» y «aislar» el pacto de gobernabilidad en Andalucía de la trifulca electoral.

Las alarmas saltaron a primera hora. Poco antes de la sesión del Parlamento que debía aprobar la bajada masiva de impuestos anunciada hace unos días por el Ejecutivo de PP y Cs, el portavoz de Vox en la Cámara, Alejandro Hernández, dejó claro el punto de partida: «No es razonable sentarse a negociar con quien nos insulta y lanza descalificaciones gratuitas». Y abundó: «Están echando gasolina a un fuego que está alcanzando unas dimensiones lo suficientemente importantes para que ahora no estemos en disposición para sentarnos a negociar. Le dan una patada a la silla a la que nos habían invitado a negociar». Pese a las advertencias, minutos después los ultras desbloqueaban la convalidación del decreto ley de bajada de impuestos, y eso que la tildaron de «mínima y ridícula». La propuesta figuraba en el pacto suscrito con el PP y su rechazo hubiera sido difícil de justificar, pero los populares corrieron a tratar de salvar los muebles, dado que el PSOE les reclamó que si tan de ultraderecha consideran a Vox, rompan con ellos.

El portavoz parlamentario del PP, José Antonio Nieto, criticó la «mandíbula de cristal» de la formación de Santiago Abascal, que en campaña llamó a los populares «derechita cobarde». E insistió en que Casado no debería pedir disculpas porque no fue una descalificación, sino una mera ubicación: «Lo que está a la derecha de la derecha es la extrema derecha y lo que está a la izquierda de la izquierda es la extrema izquierda. Vox es al PP lo que Podemos al PSOE». Y reconoció, no obstante, que su partido coincide con el de Abascal en muchos asuntos, pero «no en la intensidad».

Más tajante se mostró el portavoz de la Junta, Elías Bendodo. «Entiendo la excitación parlamentaria y las declaraciones de dirigentes de todos los partidos, pero nuestra obligación como gobierno es aislar el debate de las campañas electorales del día a día de la gestión», afirmó antes de insinuar que una cosa es lo que diga el PP nacional y otra lo que se hace en Andalucía.

GUIÑOS AL SOCIO / Por eso, no quiso entrar en si Casado debe o no disculparse y lanzó otro guiño a Vox al asegurar que es parte del cambio en la región. «El cambio en Andalucía está siendo imparable y sustentado en tres patas: los dos partidos que conforman el cogobierno y Vox, una pata importante», resumió Bendodo, recalcando que la formación ultra es un «interlocutor perfectamente válido, con el que hay fluidez diaria en las conversaciones y lo va a seguir siendo». Y tras mostrarse seguro de que los presupuestos saldrán adelante, insistió en que el objetivo es «preservar la estabilidad política de Andalucía por encima de todo».

Ciudadanos, que desde el primer momento se mantuvo al margen del pacto de su socio PP con Vox, también se movió mayer para salvaguardar la estabilidad del Ejecutivo andaluz. El vicepresidente de la Junta y líder de la formación naranja en Andalucía, Juan Marín, declaró «no compartir en absoluto» las referencias de Vox como partido de extrema derecha, y pidió «no mezclar las declaraciones que pueda hacer en un momento determinado un dirigente político» con «cuestiones tan importantes como hablar de garantizar los servicios públicos e inversiones en Andalucía». «Las calificaciones que cada uno haga, que las resuelvan entre ellos», afirmó.