Elaboraban y vendían a más de cien países sustancias psicoactivas camufladas como productos contra la humedad o para cemento que los clientes compraban con moneda virtual, un complejo entramado empresarial montado en dos pueblos granadinos hace más de siete años por una familia: la madre de 65 años, sus hijos y sus parejas. Los cinco han sido detenidos en los municipios granadinos de Dílar y Alhendín por la Guardia Civil en la Operación Dryer, en la que también han sido arrestados otras dos personas en Valencia, una de ellas de nacionalidad francesa, y un octavo en Austria. Ninguno con antecedentes, entre 25 y 65 años, que están detrás de la mayor incautación de moneda virtual de Europa -más de 4,5 millones de criptomonedas bloqueadas- y de la distribución internacional de más de cien tipos de sustancias psicoactivas, cuyo valor en el mercado superaría los 12 millones de euros, sin olvidar que se han aprehendido cerca de 800.000 dosis de LSD.

Una compleja y la vez sencilla organización en la que todos sus miembros llevaban una vida normal, sin levantar sospecha, que desde Alhendín, un pueblo de 8.700 habitantes, gestionaba una de las más potentes redes mundiales de producción y distribución de sustancias psicoactivas. «Todo quedaba en familia, se repartían los roles en función de las capacidades de cada uno», han explicado en rueda de prensa el teniente coronel Javier Rogero, jefe del Grupo de Delincuencia Organizada de la UCO, y el sargento Francisco Blanco, que ha detallado que el cerebro era el marido de la hija de la matriarca. Él es el que convierte su casa de Alhendín en un «sofisticado centro neurálgico» desde el que se controlan las ventas por internet de los productos, un «negocio» que emprende gracias a su contacto con el ciudadano austríaco, socio cooperativo de la trama.

Su suegra, de 65 años y con formación en dirección de empresas, supervisa las ganancias, mientras que el otro hijo, químico, y su mujer trabajan en uno de los laboratorios de producción y empaquetado de las sustancias psicoactivas, localizado en Dilar.Para la venta, uno de los miembros del clan, informático, había diseñado varias páginas web alojadas en la llamada internet profunda a la que llegaban los clientes por foros exclusivos y con acceso restringido.