El juez de Menores de Granada Emilio Calatayud, conocido por sus sentencias ejemplarizantes, considera que uno de los problemas que tiene la Justicia es que «no explica lo bien que lo hace» y ha apostado por que ésta sea más «transparente».

Para el magistrado, a muchos jueces les «da miedo hablar», precisamente en un momento en que la sociedad está necesitada de conocer cómo funciona la justicia y en el que «hay que vender lo bien que lo hacemos».

«Creo que es bueno que los jueces expliquemos las sentencias. La gente necesita confiar en la justicia», indica Calatayud.

Precisamente, una de sus sentencias ha tenido de en los últimos días una gran repercusión social y mediática por su originalidad y porque su ejecución lo implica además a él en primera persona. Se trata de un joven que sustrajo cierta cantidad de dinero y un secador en una peluquería de Granada, y al que se le condenó a aprobar un curso de estilismo y a cortarle el pelo al juez como examen final.

Una vez que concluya la referida formación, el propio Emilio Calatayud espera ser llamado en torno al mes de junio por el equipo de medio abierto y acudir al centro donde el menor pueda pelarlo. «Ya veremos lo que dice el profesor. Si lo aprueba, habrá cumplido la sentencia, si suspende ya sabe lo que le espera», ha comentado el juez, que pedirá a la Fiscalía que lo acuse de desobediencia en caso de no superar la prueba.

Sentencia ‘por los pelos’

Este reciente pronunciamiento, en el que ha preferido apostar por esa formación para el menor infractor en lugar de las horas de trabajo en beneficio de la comunidad, es solo un ejemplo reciente de las muchas decisiones por las que es conocido el juez, quien además ha impartido numerosas conferencias a lo largo de la geografía española. No obstante, Calatayud ha dicho que este tipo de sentencias se dictan todos los días en los juzgados pero que quizá él, por haber «caído bien» en su día a la prensa, sea más conocido a través de los medios de comunicación.

«Todas estas condenas tienen una finalidad reinsertadora, aunque unas llamen más la atención que otras», ha aclarado el juez, que ha repasado algunas de estas decisiones en las que, por ejemplo, ha obligado a chavales a sacarse la enseñanza obligatoria o el carné de conducir. «Hay muchas alternativas y, dependiendo del delito y de las circunstancias del chaval, la Ley del Menor da mucho juego», añade, partidario también de interpretar la normativa siempre con arreglo a su espíritu y finalidad.

Calatayud, además, aboga por reconocer socialmente el principio de autoridad tanto de los padres como de los docentes, superando «complejos de joven democracia», ya que ambos conceptos no están reñidos, y reiterando a necesidad de contar con un pacto por el menor y por la educación que dure, al menos, una generación.