Decenas de vecinos de Barbate acompañaron ayer a la familia de Samuel, el niño congoleño de seis años que murió ahogado cuando trataba de alcanzar la costa europea, en el entierro del pequeño celebrado en la localidad, donde será recordado como un «símbolo» de «la mayor vergüenza del mundo». Con estas palabras, citando al papa Francisco, el director del secretariado de Migraciones de la diócesis de Cádiz, Gabriel Delgado, se refirió en el funeral a las «miles de personas» que, como Samuel y su madre, Veronique, mueren intentando buscar en Europa una solución a sus problemas, en un viaje en el que «entierran sus sueños en el mar».

Unas 150 personas de Barbate y de pueblos vecinos acudieron ayer al funeral por el pequeño Samuel, que falleció con su madre, Veronique, de 45 años, y otras ocho personas, al naufragar el pasado 11 de enero la patera en la que cruzaban el Estrecho de Gibraltar para, desde Marruecos, alcanzar la costa española. El 27 de enero el mar dejó en la playa de La Mangueta, en Barbate, el cuerpo de Samuel, y días después el de su madre fue hallado en la costa de Argelia.

El tío del pequeño, que se desplazó a España con su padre, Aimé Kabamba, para practicar las pruebas de ADN que han confirmado la identidad del menor, explicó ayer en el funeral ecuménico celebrado en Barbate que la madre de Samuel buscaba en Europa un tratamiento para el cáncer que padecía, y del que ya había sido operada dos veces en su país. El menor de sus seis hijos, Samuel, le acompañaba porque la madre pensó que donde ella recibiera tratamiento podrían también atender al pequeño, que padecía una enfermedad pulmonar.La madre intentó alcanzar con su hijo la costa española atravesando el mar en una balsa, ya que no logró el visado para hacerlo de una forma menos arriesgada.

La muerte de ambos «ha sacudido nuestras conciencias», dijo en el funeral Gabriel Delgado, que llamó la atención sobre el drama de los menores y jóvenes.