El propietario de una joyería de la calle de Pablo Neruda de Carmona (Sevilla), que fue encontrado muerto y amordazado en la tarde-noche del lunes en su establecimiento, fue golpeado en repetidas ocasiones en la cara antes morir, según las primeras conclusiones de los investigadores, que descartan que muriese por un disparo, como se informó inicialmente. Fuentes de la investigación informaron de que los agentes de la Guardia Civil que accedieron a la joyería tras recibir el primer aviso del suceso encontraron el cuerpo con varios golpes en la cara sangrantes, con lo que se sospecha de que fue interrogado por los presuntos asaltantes buscando algún tipo de información sobre la joyería.

Tanto el cuerpo como la tienda fueron inspeccionados durante varios horas por miembros del Equipo Central de Inspecciones Oculares, perteneciente al Departamento de Identificación del Servicio de Criminalística de la Guardia Civil, hasta que el cadáver fue levantado casi a las dos de la madrugada. Los investigadores descartan, en principio, que sea un vecino de la localidad el presunto autor de los hechos, y se inclinan por la posibilidad de que personas externas al pueblo accedieran al mismo para huir con el botín del robo sin ser vistos. El cadáver fue descubierto por una hija del fallecido, que acababa de cumplir 60 años, después de que su mujer intentase localizarse toda la tarde sin éxito.

Las primeras llamadas de la mujer, tanto a su teléfono móvil como al fijo de la joyería, las realizó a las seis de la tarde, y poco después de las ocho, asustada ante la imposibilidad de contactar con él, una hija del joyero accedió al establecimiento y encontró a su padre muerto en la trastienda y amordazado.

El alcalde de la localidad, Juan Ávila, destacó ayer la consternación en la población ante la muerte violenta de un empresario muy conocido. «Como alcalde y como carmonense siento indignación y un profundo dolor por lo ocurrido, y confío en que las fuerzas de seguridad detengan a los responsables de esta atrocidad y les caiga el peso de la ley». Algunos vecinos afirman haber visto salir a toda prisa de la zona a un coche azul con al menos tres ocupantes. El joyero «disponía de un buen dispositivo de seguridad», según señalaron algunos familiares ayer. Por lo que todas las fuentes consultadas coinciden en señalar que tuvo que ser la propia víctima la que abrió la puerta a su asesino o asesinos. El juzgado de instrucción local decretó el secreto de sumario en torno al crimen.