El alcalde de Coripe (Sevilla), donde el Domingo de Resurrección se quemó una figura que representaba a la asesina confesa del niño Gabriel Cruz, pidió ayer perdón a los padres del pequeño por «el revuelo que se ha formado» y aseguró que en su pueblo no son «racistas». Antonio Pérez defendió la tradición de la Quema de Judas, según la cuál cada Domingo de Resurrección se quema una figura que representa a alguien conocido por haber realizado alguna mala acción y que se mantiene en secreto, tras ser elegido por las familias de los alumnos de segundo de ESO del colegio del pueblo para sufragar con las actividades paralelas de la jornada parte de su viaje de fin de curso. «Nunca pensamos que se armaría esto», dijo el regidor, que recordó que el pueblo de Coripe tiene unos 1.300 habitantes, y que el domingo había muchas más personas en la plaza.