Antonio Raigón ha dedicado más de la mitad de su vida a la venencia, un viejo oficio que es cada vez más demandado en actos sociales

Decir "Montilla" es decir "vino". El genuino elixir que tiene su origen en los viñedos del marco vitivinícola cordobés ha moldeado la historia del municipio pero, también, la forma de ser de sus gentes; su paisaje, sus fiestas populares e, incluso, su patrimonio. Por fortuna, la localidad cuenta con un extraordinario cuerpo diplomático formado por ilustres prohombres vinculados al noble arte de las artes y de las letras que han coincidido en resaltar la importancia del vino en las relaciones sociales y, por ende, en la vida misma.

Pero Montilla también disfruta del buen hacer de otros embajadores menos conocidos, que consagran al vino sus esfuerzos a diario y que contribuyen a que este excepcional producto siga siendo su más reconocible seña de identidad.

Es el caso de Antonio Raigón, un montillano de 47 años que ha dedicado más de la mitad de su vida a la venencia, un viejo oficio que surgió con la idea de comprobar el estado de los caldos que se criaban en las bodegas de botas y que, de un tiempo a esta parte, se ha convertido en un elemento habitual en muchos eventos gastronómicos y sociales de medio mundo.

Casado y padre de dos hijos, Antonio Raigón compagina su trabajo en AE Maderas con su pasión por la venencia, que despertó siendo niño, gracias a su padre, Francisco Raigón, uno de los comerciales más queridos de Bodegas Navarro.

"Mi padre montó en la planta baja de casa un pequeño mesón con seis botas, de modo que la venencia era un elemento habitual para nosotros", recuerda Antonio que, en 1980, con apenas doce años, ya consiguió su primer trofeo en el concurso de destreza en el oficio que se convoca cada año con motivo de la Fiesta de la Vendimia.

Con todo, no sería hasta el año 2000 cuando este montillano comenzó a dedicarse de manera profesional a este oficio. Y desde entonces, no ha parado. "He venenciado prácticamente en toda España, pero la primera vez que he salido al extranjero ha sido a Mozambique", afirma Antonio Raigón, que no oculta su satisfacción por haber podido servir el vino de su tierra en esta antigua colonia portuguesa.

"Para mí ha sido una experiencia que jamás olvidaré, no solo por lo que supone poder llevar el nombre de Montilla hasta un país tan lejano, sino por el propio reto personal que ha supuesto", reconoce el venenciador montillano, que fue contratado por Abílio Soeiro, uno de los más estrechos colaboradores de Nelson Mandela, para participar en la cena de gala que ofreció la revista Villas&Golfe con motivo de su primer aniversario.

Antonio Raigón se plantó en Mozambique tras once horas de vuelo desde Lisboa. "Mi mayor satisfacción es la de haber tenido el arrojo suficiente para aceptar la oferta de venenciar en un país que está a casi 8.000 kilómetros de España, sin más ayuda que mi propio trabajo y mi experiencia en este oficio", reconoce.