Con el potente magnetismo de siempre, con su risa lobuna de jefe de la manada, Manuel Benítez El Cordobés volvió a poner el simbólico cartel de "no hay billetes" en el homenaje que se le tributó ayer en la plaza de toros de Las Ventas. Se cumplían 50 años de su confirmación de alternativa en esa plaza, de la histórica efeméride de aquella tarde de mayo de 1964 cuando toda España se paralizó ante las pantallas de televisión para presenciar una retransmisión cuya audiencia se calculó en torno a los veinte millones de personas.

Y el Centro de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid quiso rendirle homenaje desvelando un azulejo conmemorativo en los pasillos de Las Ventas, la cátedra que vio salir a hombros hasta en ocho ocasiones a aquel que fue para muchos un hereje de la tauromaquia.

El Cordobés llegó el primero, acompañado de Martina, su mujer, y de su hijo Julio, también torero. Y mientras esperaba a los políticos, repartió por doquier risotadas, palmadas y abrazos ante los cientos de personas que se le acercaron. A sus 78 años, Benítez se hizo el amo de una reunión que dejó pequeña la Sala Bienvenida de Las Ventas, hasta el punto de que varios cientos de curiosos siguieron el homenaje en las pantallas instaladas en el exterior. Antes de los discursos, El Cordobés descubrió la placa conmemorativa y, exultante de felicidad, palmeó la cerámica.

El día había amanecido nublado en Madrid, como aquel 20 de mayo de hace cinco décadas, cuando Benítez, que actuaba por primera vez en Las Ventas, cayó sobre el barrizal herido grave por Impulsivo , el toro de Benítez Cubero del que se le concedió una oreja sin llegar a matarlo.

El calor humano que rodeó a Manuel Benítez durante todo el acto se reflejó también en las palabras de quienes subieron al estrado, como Gonzalo, nieto del gran Antonio Bienvenida y de quien partió la idea del homenaje. Y, rodeado de compañeros de su época y de taurinos y aficionados de todas las edades, habló Benítez, con su acento cerrado de astuto campesino cordobés, con su expresiva gestualidad, para recordar unas cuantas anécdotas y varios pasajes de su huida de la miseria.

Se acordó de sus duros días de trabajo en los andamios de Madrid y de sus gélidas estancias en varias cárceles por tirarse de espontáneo --"y eso que no robaba como ahora hacen otros". Y por todo eso, porque ahora es "un hombre feliz", dio las gracias "a todos los madrileños, a la prensa, a los matadores, banderilleros, picadores, ganaderos...". Y después de desear "que Dios os de a todos mucha salud", aún quiso El Cordobés hacer alarde de su flexibilidad con una forzada postura gimnástica que nunca podría soñar cualquier hombre de su edad. Genio y figura.

Por la tarde, Manuel Benítez acudió a la corrida de toros de Las Ventas, que tuvo que suspenderse porque los tres toreros fueron corneados. El abogado cordobés Javier Martín, que acompañaba al diestro, asegura que "tardó una hora y media en salir de la plaza porque todo el mundo le daba muestras de cariño y quería hacerse fotos con él". Martín destacó que el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, le comentó por la mañana que había asistido a muchos actos públicos "pero nunca había visto tanta expectación mediática como en este". El abogado resaltó también que en el homenaje "no sólo había gente mayor, sino muchos jóvenes para los que El Cordobés sigue siendo un ídolo".