Ramoncín pone en orden su catálogo y, después de reeditar su primer álbum, Ramoncín y WC? (1978) con motivo de su 40º aniversario, ahora le ha tocado el turno al segundo, Barriobajero (1979). Obra turbulenta, de culto en el rock español, que en su día vino acompañada de conflictos con su discográfica, la desaparecida EMI.

-En 1979 se suponía que usted era punk, pero escuchando ‘Barriobajero’ te encuentras rock urbano, blues, atmósferas viscosas, salmos ‘prog-rock’...

-Es que no había nada de punk en ese disco. Lo más punk quizá era mi voz, la de alguien que estaba empezando. Igual que el primer disco, podía tener un aspecto punk, pero cuando te lo pones...

-Entonces, ¿no le influyeron las bandas nuevas de Londres o Nueva York?

-No, eso aquí no había llegado, aunque sí recuerdo bien el single de Sex Pistols, God save the Queen, y luego Joy Division. Pero a mí me gustaba mucho el rock tradicional. Uno de los discos que más oía era L. A.Woman, de The Doors. Barribajero tiene más que ver con Berlin, de Lou Reed, que con ningún otro disco.

-Un disco conflictivo.

-Me peleé con EMI, con el director general, que era un sinvergüenza. Ya se puede decir porque murió. Quería pillar letras para tener derechos de autor. Por la pelea el disco se descatalogó rápidamente. Por eso ahora me he dado el gusto de reeditarlo bien, con una edición en vinilo de 180 gramos.

-En todo el álbum hay un paisaje de barrio, unos personajes.

-Sí, el Chuli,el camello, la chica, las habitaciones... Yo había dejado la casa familiar y estaba en la Puerta de Toledo. El imaginario era ese. Uno se puede ir del barrio pero el barrio no se va de ti.

-Los 80 fueron su década de más proyección. ¿Qué parte de su obra cree que aguante mejor el paso del tiempo?

- El momento más potente es Como el fuego. Ahí yo empiezo a hacer canciones más comprometidas. En ¡Corta! Grabo con Boz Burrell, ex-King Crimson y Bad Company, y con Ollie Halsall, guitarrista que había tocado en Jesuschrist Superstar, primera división.

-Cuando oye la expresión ‘régimen del 78’ y que el franquismo sigue vivo, ¿qué piensa?

-Eso ha hecho mucho daño. . Aquí se hicieron unos pactos, se aprobó una Constitución que yo no voté por la monarquía. Se hizo un enorme esfuerzo, así que cuando alguien dice que esto no es una democracia real le digo: «yo te mando a una dictadura para que veas lo que es, yendo a la universidad con el pelo largo y un pendiente en la oreja en 1973».

-Luego su imagen se asociaría a otro ámbito, la SGAE, cuando entró en su junta directiva. Tiempos de auge de la piratería y de defensa del canon digital. ¿Se arrepiente de haberse metido en aquel jardín?

-Es de lo único que me arrepiento en mi vida. Aunque el tiempo me ha dado la razón. Pero había aquella mezcla de desidia y de hipocresía, poniendo la boca en un sitio y la cartera en otro. Porque nadie dijo «este dinero no lo quiero» y se puso a regalar los discos. Cuando yo estaba ahí, con Teddy Bautista, la SGAE recaudaba 360 millones de euros, y en esa época la francesa SACEM, 700 millones. Hoy, la SGAE no llega a los 200, y la SACEM recauda 1.700 millones. Francia es un país que ha defendido sus derechos y todos han ido a una. Vale, tengo razón, pero me llovieron las hostias. Y luego llegué a la Audiencia Nacional y se concluyó que era inocente.

-¿Cómo está ahora?

-Ahora estoy feliz. Sé que hay un sector de la música, de festivales, en el que jamás entraré y ni siquiera lo voy a intentar. Pero tengo un público muy concreto, que sabe lo que busca y que conmigo se va a encontrar un rock muy poderoso, afilado, con cosas que contar.