-¿Qué aporta este libro sobre la figura de Julio Romero que no conozcamos?

-La novedad está en que encontramos a un Julio Romero niño, paseando con su padre por el paseo de la Ribera hablando sobre la belleza. Asistiremos a su presencia en la vida cultural de Córdoba, las veladas culturales de Eduardo Lucena, lo encontraremos en las tertulias flamencas en la taberna de la Fuenseca departiendo con sus incondicionales Enrique Redel, Ricardo de Montis, los hermanos Arévalo, Julio Pellicer, Tomás Muñoz Lucena, su hermano Enrique y, cómo no, el cante de Onofre y la guitarra del Chocolatero. Interesante saber de estas conversaciones entre cante y toque donde se descubren no pocas luces de los personajes y de aquella Córdoba.

-En el libro nos ofrece un minucioso recorrido por los diálogos con algunas de ass modelos más conocidas del pintor.

-Rescato, por su interés, su diálogo con las modelos Ana López Carasucia, de cómo la convenció para que posara para el cuadro de la Musa Gitana; de Socorro Miranda, Carmen Casena y sus requiebros al pintor, y Amalia Heredia La Gitana, por citar solo a algunas de ellas.

-También nos muestra al pintor en sus clásicas tertulias con personajes influyentes en la vida cordobesa de su época.

-En el libro cobran voz y protagonismo personajes como Cipriano Martínez Rücker, Rafael Guerra Guerrita, Machaquito, Manolete padre, Antonio Fernández Grilo, un joven llamado Rafael Castejón, Guillermo Belmonte Müller, Mateo Inurria...

-Tampoco olvida recoger anécdotas de su traslado a Madrid y su relación con la vida cultural y las corrientes de la época.

-Su traslado a Madrid fue fundamental para enriquecer sus conocimientos y su inmersión en la vida cultural donde ondeaba triunfante, o al menos lo pretendía, la bandera del modernismo, enarbolada, entre otros, por Ramón María del Valle Inclán, su gran valedor, que no se cansaba de aconsejarle con su voz ceceante: «Julio, yo le digo que zu zitio ezta en Madrid»; o aquella repetida arenga tan oída por la clientela del café Fornos de Madrid: «Julio, yo le invito a salir de España para ampliar sus conocimientos y beber en las fuentes eternas del arte».

-Consejos que, según cuenta, al seguirlos benefició al joven pintor.

-Julio que era un hombre valiente y decidido dispuesto siempre a aprender. Los siguió al pie de la letra bebiendo en la mejores galerías de Francia, Inglaterra, Italia, Suiza o Países Bajos.

-Sabiendo cómo admira a Julio Romero, ¿le hubiera gustado entrevistarlo?

-Por supuesto que sí y también a su hermano Enrique, tan unido a él en sus más importantes proyectos y decisiones. ¡Cuántos secretos del gran pintor nos podía desvelar!

-Investiga constantemente para descubrir las sombras y las luces de personajes históricos cordobeses. ¿Podría decirme si se caerían los mitos si supiéramos cuánto hay de falso y realidad en sus biografías?

-No lo creo. Al mito hay que dejarlo donde está. Si no, ¿para qué lo hemos levantado? Una vez situado en su pedestal, el mito, con sus luces y sus sombras, debe de seguir ahí. En algo nos va a iluminar, desde luego.

-¿Con qué faceta de la vida del pintor se sorprenderán más los lectores?

-Su asombrosa capacidad para captar el interior de las mujeres que pintaba. Un solo ejemplo basta: su cuadro Carmen. Fíjense en la mirada de Rafaelita Ruiz. Ahí está toda la grandeza de su pintura.