Será un traslado «discreto» y sensible con las circunstancias, se ha dicho de cómo transcurrirá la exhumación de Francisco Franco y del transporte de sus restos desde el Valle de los Caídos a otra ubicación tras aprobarse el viernes pasado el decreto del Gobierno.

El caso es que el plan para exhumar los restos del general que gobernó España durante 40 años del pasado siglo ha traído a la memoria del diputado del PSOE por Córdoba Antonio Hurtado una anécdota, una de las muchas que vienen a cuento en estos días y que configuran esa pequeña-gran historia, esa que, al final, marca vidas y a veces hasta la propia sociedad.

Pues bien. Resulta que el diputado estuvo al volante del camión que transportó los restos de Franco hasta el Valle de los Caídos. Por supuesto, no lo condujo, pero sí que se lo encontró y que pudo sentarse en el asiento del conductor del Pegaso 3050 adaptado como vehículo fúnebre que solo tiene 1.060 kilómetros: los mil obligatorios que exige el ET para recepcionar un vehículo de este tipo y los 60 que recorrió en noviembre de 1975 desde el Palacio de Oriente al Valle de los Caídos. El camión no hizo ni un metro más. Se le dio de baja oficialmente el 17 de febrero del 2004.

Pero volvamos a 1984 con un joven Antonio Hurtado muy lejos de imaginarse por entonces su futuro como concejal, senador y diputado. Recién licenciado en Económicas, hacía la mili en Madrid en la cuartel de Canillejas, en el del Regimiento de Autos de la Reserva General. Desde ese cuartel se cubría el transporte de los soldados y cargos militares en Madrid en los años de plomo de ETA. Para seguir situándonos en el tiempo: era dos años después de la intentona golpista del 23-F y solo uno de mandato de aquel primer gobierno de izquierdas de Felipe González en medio siglo de historia de España. Y además, hay que recordar que en esos años de comienzo de modernización del Ejército un cuartel era... un cuartel.

Pues bien, en el mismo, relata Hurtado, había un hangar especial solo visitados por determinados mandos y cerrado el resto del tiempo a cal y canto. Sin embargo, en una ocasión con un grupo de soldados accedió para descubrir nada menos que el transporte que llevó al dictador al Valle de los Caídos, así como otras piezas históricas sobre ruedas: los camiones blindados que usó Franco durante la guerra civil acondicionados como dormitorio y despacho militar móvil. Aquellos jóvenes aprovecharon para echarse unas fotos que durante 34 años han permanecido discretamente guardadas (y compartidas) para, luego, ir pasando al olvido. Unas fotos por las que, en aquel momento, quizá la histórica Interviú habría dado un pastón y por las que, también, y todo hay que decirlo, se le habría caído el pelo tres décadas antes al actual diputado de haber sido descubiertas por sus mandos.

¿Y cómo termina la historia de aquel camión? Pues ni mucho menos se le ha perdido el rastro. Como otros muchos vehículos con un valor histórico (independiente de sus connotaciones) y que son bienes del Ejército y como tales la institución está obligada a preservar, se le rescató en el 2007. Actualmente se encuentra en el Museo Parque y Centro de Mantenimiento de Vehículos Rueda Nº 1, en Torrejón de Ardoz. No es el único centro similar: el Ejército tiene siete museos de medios acorazados. El caso es que en internet hay cumplida cuenta del vehículo (por cierto, tan asépticamente tratado como con todo lujo de detalles) y de otros hitos que alberga el recinto, desde el primer carro de combate español (la autoametralladora Bilbao, de 1932, que usaría la Guardia de Asalto de la República) a los restos del Dodge 3700 en el que murió Carrero Blanco, pasando por el Mercedes-Benz Grosser blindado que usaba Franco o el camión de gasógeno ZIS-5, que consumía carbón, que le regaló la URSS al gobierno de la república... Que la Historia, con todas su carga política, personal y hasta sentimental, a veces va sobre ruedas. Y como la rueda, va dando vueltas.