Con todo respeto, es esta. Por eso mi alegría contenida porque se abra por fin la segunda puerta después de tanto tiempo de nuestra catedral mezquita. Allí donde un día, aquella gitana con un puñao de romero en las manos me dijo mientras sonreía con aquel diente de oro.

-Déjame que te lea la mano, niño, que Córdoba ya sabes que es matrimonio de la humanidad.

-Querrás decir, alma mía, patrimonio de verdad.

-No, ya lo sé, que llevo aquí veinte años, pero es que esta casa grande es eso: donde to el mundo quiere casarse.

Y llevaba razón. Por eso titulo así, que da gloria la tercera puerta, este modesto perol, que al abrir su puerta cada domingo aprovecha para asomar a su ventana de arriba rostros y nombres, a veces desconocidos, que me gusta mucho renovar. Como hoy, que iniciamos la jornada con esa criatura tan fina, silenciosa, tímida, cordobesa total, que ha causado sensación hace unos días en la expo de joyas de Madrid donde hacía más o menos de azafata. Rostro precioso, cuerpo preciso, gloria bendita, que aquí asomo. Cristina Gisbert Gutiérrez; joya humana, que hasta incluso la invitaron a llevar las joyas de Córdoba hasta Hong Kong. Apunten su nombre. Yo trabajo a su vera en mi programa de televisión, que es el suyo, de Aquí y ahora con Juan y Medio y Eva. Cuida del público que nos visita cada día y lo hace abriendo su sonrisa como pocas. Habla poco, luce mucho, gusta, y además invita a la gente a que aplaudan. Porque, como un día me dijo el maestro Bobi Deglané, es el mejor deporte del mundo. Aplaudir, que es una forma de amar.

A veces hablo con Mercedes, nuestra directora de museo, que me llama a veces, no sé por qué, no lo merezco, cronista, cuando solo hago de cronista de los cronistas de a diario; esa es la verdad. La Valverde, que esta más bella en su otoño que nunca. Y lo digo a las puertas de la primavera, que ya se nota en el aire, en la piel, sobre todo a la hora de las alergias, que hay una que es la del olivo que es cosa fina. Yo he descubierto, si bien tarde, que tengo una alergia imposible de curar: alergia a mí mismo. Estoy harto de Tico Medina. A ver qué puedo hacer con él. Me gustaría aunque hubiera que cambiar el cabecero, Escolástico de nombre, como consta en mis papeles de bautizo. Escolástico, sin duda, que es una forma de ser y de estar al mismo tiempo, que mi viejo padre dijo.

-Escolástico es un nombre muy largo para un niño tan chico. Le llamaremos Tico.

Y con Tico me quedé, aunque a veces la nueva gente de hoy repregunta.

-Señor Medina, ¿Tico es con ka?

Será que no saben quién soy. ¡Qué alegría!

De los Oscar, ¡qué quieren que yo les diga! En todas partes cuecen habas, que dice el viejo refrán. Eso pasa porque no tienen una Lolita Flores como nosotros tenemos, que es capaz en su mejor momento, sin duda, de empezar, pero ya, dos programas a la vez y en dos cadenas distintas. Quieren que sea la Bertín Osborne de TVE1 y en La2; pues puerta al sur, como debe ser.

Leo que hay tres candidatos al título, hermosísimo, de presidente del Círculo de la Amistad, de tan hermosos recuerdos siempre para mí. Los tres son formidables, sin duda. Pero de escribir un nombre, al menos desde la amistad que siempre me ofreció, hoy vice y buen amigo mío, un señor de Córdoba que me abrió tantas veces tantas puertas. Me refiero a Pedro López, al que de vez en cuando tengo el gusto de dar un abrazo sincero.

Eso sí, debo escribir el nombre de Ángela Hernández, la torera, que se nos acaba de ir de este mundo y con la que tantas veces hablé, incluso hasta torée, es un decir, ahí abajo en más de una placita de las del campo de Córdoba, entre encinas y olivos. Era fuerte y era rubia. Mediterránea valiente.

Y el martes me veo con el conde de Salvatierra, Cayetano Martínez de Irujo, en Liria. Vamos a hablar de caballos. Naturalmente saldrá enseguida, otra puerta más, Córdoba a relucir. Y quisiera que asomara a una de nuestras altas ventanas ese andaluz sonriente, calvo, directo, que se nos marchó hace días en Marbella. Les digo de Pablo Ráez que hasta el final, con la médula acabada, pedía médula para los demás… sobre todo para los niños. Lo he dicho el otro dia en la radio. ¡ay, si yo pudiera, todavía, esta vieja percha que me habita! Y la gracia y la alegría de este sur nuestro, que es capaz de decir en uno de esos tuits:

-Pablo, niño, guapo, que sepas que estoy por tus huesos.

Una declaración de amor, sin duda. Una puerta más abierta a la esperanza.