Viajando el otro día con el ingeniero de caminos canales y puertos José Luis Manzanares, culto, escritor muy bueno, nacido en Triana por más señas, y conocido y reconocido autor de formidables puentes en todo el mundo, soñador que convierte su ilusión en una realidad, y que además ha hecho más de un puente en Andalucía, incluso en Córdoba, y muy bueno, cuando le preguntaba servidor por el nuestro romano, joya de la humanidad, sin duda me descubrió sin que le temblara el pulso de la palabra:

-Como ese, ninguno; ese es el mejor de todos.

Dicho lo cual, anoté en mi blog de viaje aquello del titular que hoy domingo, día 22 de octubre, les adelanto, y más aún teniendo en cuenta que se acerca San Rafael, nuestro santo patrón, ya saben.

En lugar de levantar muros que separan, que corra el aire por encima del agua de la palabra, y abrir arcos, que además de servir, además, sean bellos y duraderos, que no haya riada que los destruya ni temblor de tierra que los desbarate.

Puentes de Córdoba, cada día y a cada hora, siempre reuniendo, en un congreso o en una taberna; ciudad de uniones, que siempre me acuerdo de aquello que he contado tantas veces de la gitana que vendía ramitos de yerbabuena en una de las puertas de la catedral.

-Que ya sabes, guapo, que Córdoba es matrimonio de la Humanidad.

Le corregí, que para eso soy académico, aunque no ejerza todavía, que ya llegará mi hora. No se preocupe mi buen presidente José Cosano.

-Patrimonio, gitanita. Matrimonio no, patrimonio, que no es lo mismo…

-¡Pero aquí siempre, en Córdoba, estamos de bodas!

Ole. Por eso lo de los puentes. Yo conozco cantidad. Pero vivir a uno de los dos lados de los puentes del Guadalquivir, en Córdoba, siempre merece contarlo incluso en las tarjetas de visita. Como sería el de ponerse al pie del nombre: Lector y amigo de Julio Merino. Que acabo de leer el artículo de hace unos días, suyo, en el que recuerda a Ortega y Gasset y me lo acerca tanto, aunque yo lo había visto ya de muerto a hombros de los intelectuales de entonces por la calle Montesquiza de entonces. Ortega tan cerca de Córdoba en tanta cosas, a veces más cordobés que ninguno, por su solemnidad, su maestría, que una vez, hablando con Domingo Ortega, el maestro de Borox, en un café que había en mi barrio de Chamberí cuando yo escribía las memorias de Lola Flores, me dijo:

-Mira, yo daría por esa mujer lo que tuviera encima… Mi mujer es marquesa, y vivo como sabes aquí cerca en un palacio. Pero Lola... es que Lola es muy grande. ¿Tú crees que por cinco mil pesetas?

Me van a contar a mí de que a ver cuándo escribo mis memorias. ¡Domingo Ortega, que admiraba tanto a Manolete, aquel al que llamaron el paleto de Borox! Que me confirmó lo que dijo nuestro Guerra un día que le comentaban que se referían hablando no al torero Ortega, sino a uno que era filósofo. Y él comentó enseguida:

-¿Filósofo dice usted, maestro? ¡Es que hay gente pá tó!

Con acento en la o.

¡Cuánto me gusta el anuncio ese de José Manuel Soto, el cantante, pregonando el nombre de España y en Cataluña! Y a Barcelona que se ha ido el hermano del duque de Lugo, mi viejo amigo el navegante, a defender España a tope. Igual que el anuncio de Cayetano de Alba, el caballista, hijo de la duquesa.

De ahí que ahora mismo saque a colación a Cayetana, la nieta de la duquesa, de la que hemos escrito tanto. 18 años en flor cumplidos, no sé si en su día heredera, ya que es hija de Eugenia, del titulazo de duquesa de Montoro… Niña que sabe de flamenco, de caballos, y que se parece tanto a sus abuelas, a la duquesa, por supuesto, pero también nieta de la otra, Carmen Ordóñez, que parece que la estoy viendo aquel día en el palacio de Marrakech.

Y de Marruecos, tan cerca nuestro en tantas cosas, Arturo Pérez-Reverte que se nos va a Tánger a presentar su nuevo y último libro con tanta aventura dentro. Igual aparece Córdoba, que sé que le gusta tanto. Y además tan cerca de su personaje, que el otro día, en el desfile del 12 de Octubre, la gente al ver pasar a la tropa de hace 400 años, decían entre ellos, haciéndoles selfis de fotos de esas que te roban por la calle:

-¡Ahí va! Si van vestidos de Alatriste.

Veo, escucho, a Pasión Vega, la de los 40 kilates. Y siento también a El Barrio, a propósito de callejueleando, que es un verbo nuevo pero antiguo, en ese disco último que se llama Las costuras del alma.