Y ese olivo está creciendo con buena savia por que al lado está Maimónides, que era un sabio como saben ustedes, y la Universidad, la antigua cultura cordobesa. Un día el Rey Juan Carlos se sorprendió al ver aquella joya de la naturaleza (me lo trajeron desde Baena) y preguntó, después de leer el mosaico que eterniza mi regalo a Córdoba a través de Rafael Carrillo y Mary, su esposa: «¿Pero Tico Medina no es de Granada?». «Sí. -le respondió, sonriendo, mi buen amigo Rafael- Sí, señor, pero como si fuera de Córdoba».

Y es que de Córdoba soy, en gran parte, porque uno además de donde le trajeron al mundo puede ser también, al menos simbólicamente, de querencia, de otro sitio también. Y aquí me tienen, a pie de obra, escribiendo de Córdoba con mis cinco sentidos, sobre todo después de que hace poco dí una conferencia en el Palacio de Carlos V, en la Alhambra de Granada, sobre el valor de las palabras, La palabra, plomo y plata, de la que uno desde hace tanto tiempo es su mentor, sin duda. Su usador, palabrero de la palabra escrita, la palabra levantada, la palabra usada, abusada, manoseada, acariciada. Pero esa es mi vida, que ya lo he escrito, como aquella copla de Camarón, al que yo conocí de niño rubio en aquella venta del camino, que decía: «No quiero mandar en nadie / ni que manden a mí, / solo soy un vagabundo, / hoy aquí mañana allí».

Que era también, de alguna manera, la filosofía de Pepe Oneto, al que, aunque era de San Fernando, tanto le gustaba Córdoba, que incluso estuvimos juntos alguna vez, por razones de oficio. Se nos fue Pepe, de pronto, y a mí me dio tantas y tantas razones de agradecimiento, cuando era director de informativos de Antena 3.

Hacerles saber, también, por la parte que nos toca, que Rosalía, de tanto éxito en nuestra ciudad, ha sido portada del New York Times. Sí, señor, y merecidamente. Por eso a este viejo olivo que soy le duele tanto lo de Donald Trump, ese Judas que cambia los aviones por nuestro aceite, que es el mejor del mundo, y que a tantas familias da de comer. Mi madre en Granada nos daba el pan con aceite por la mañana con sal, y por la tarde pan con el hoyo de azúcar.

También debo contarles que para nuestro dolor, que es una forma de amor, Rafa Nadal acaba de decir, antes de casarse en unos días: «Debo reconocer que ya estoy en las últimas como tenista, y que es lo que siempre ocurre, los años no pasan en balde...»

Pero nos dio muchas, muchísimas satisfacciones, con la raqueta y con la palabra, otro olivo antiguo de fuertes ramas, que sabe lo que se hace y que tan bien representa lo nuestro, olivo de la verdad, del esfuerzo…

Porque en el fondo, incluso en la forma, yo soy, he sido, vareador de las olivas de la palabra. Este año, además, se va a llevar, se está llevando ya mucho, en la ropa de las chicas, el color verde olivo, incluso estilo leopardo.

La danza, que ya era hora, que le da su premio más alto a un cordobés, merecido, escribo su nombre, en este perol dominguero, cuando aún no ha llegado, del todo, el otoño. Valeriano Paños, más que una figura emergente, un artista total, que se ha ganado ese premio nacional, aunque sea compartido, a pulso. Y es que en Córdoba se baila como en pocos sitios, que ahí tenemos a nuestro bailaor Joaquín Cortés, que me he acordado de él después de ver a Naomi Campbell en la pasarela, a sus años. Y cómo lució en los medios cuando a su vera caminaba como un junco del Guadalquivir, nuestrísimo Joaquín Cortés. Por cierto, ¿dónde está el gran bailaor? Me gustaría mucho saber de él, para contárselo a ustedes la próxima semana, olivo de savia nueva, que se mueve cuando el viento es flamenco y como nadie lo ha hecho de cintura para arriba, de cadera para abajo…

Déjenme que haga un inciso. ¡Qué lindo nombre es el de esa calle que se llama Vino tinto! Aunque sea con gaseosa, que ahora ha vuelto a llevarse y se envasa y se manda al exterior.

Y que no saben cómo me alegro de que le hayan dado el gran premio en lo suyo a la maitre del restaurante Noor, que a ver si me llego un día, y que se llama, que hay que dar su nombre, y a ser posible su foto en los ventanales, Mariana Tapia, que sabe tanto de cocina, en este tiempo que se lleva tanto, arte y ciencia, al mismo tiempo. Sin olvidar la ciencia de la paciencia que ha convertido la cocina en un laboratorio de colores, y los fogones, en estudios de investigación.

Y al final, debo confesarles que iba a poner este título, cambiando algo la gran frase: «Salud, dinero y jamón». Que si es de Los Pedroches tiene la gracia de Dios. Aprovechando, claro, esa feria, cada año mejor, de Villanueva de Córdoba.

El presidente de EEUU, Donald Trump; el tenista Rafa Nadal, el bailarín y coreógrafo Valeriano Paños y la maitre de Noor, Mariana Tapia. Fotos: EFE / GETTY IMAGES / CÓRDOBA