A ver si no, cordobeses. Los Reyes están en Argentina. Para mí con un recuerdo inolvidable, sin duda. Yo estuve allí con los eméritos hace ya no sé cuantos años. Y ese día lloré escuchando el himno de España, las gaitas de los gallegos que vivían tan lejos, tan lejos, pero a la vez tan cerca. Allí mismo se puso en pie un monumento al Quijote, que un sembrador de caballeros andantes iba por el mundo levantando. Se llamaba, se llama, Aurelio Teno, y quiero dejar su nombre como uno mas de los nuestros. Ya uno menos, pero no por eso más vivo que nunca en el recuerdo.

Y por la cercanía también, Enrique Ponce, tan nuestro, que mejora despacito, según mi noticia de ahora mismito. Aunque el proceso es muy lento, la rodilla es cosa frágil, menos mal, que tiene cerca a su Paloma Cuevas, dolorida, y a la paz, esperanzada. Y san Rafael al quite, suerte, vista y al tiempo. Ya le esperamos, maestro.

También es de los nuestros, claro, Finito de Córdoba, que me han contado los que le vieron el otro día en Valencia que estuvo como nunca le han visto, con ganas (es un decir) de comerse el toro. Que dure el furor, maestro, que el furor es una forma del amor, sin duda.

El jueves fue el Día de la Poesía. Todo el mundo recordó al maestro don Pablo García Baena, y un servidor hizo lo mismo. Fue un poeta único en tierra de grandes poetas. Lo que pasa es que no debía haber un solo día de poetas, que debían ser todos a un tiempo. Cuando echo de menos la poesía, me la bebo como un vaso de agua fresca, que además el viernes fue el Día Mundial del Agua. ¡Ay, esa otra agua que suena, la que salta en la fuente oculta de tantos patios de Córdoba!

O sea, agua, también como el nombre de un sentimiento de Córdoba. Es como lo de los barrios de Córdoba. Yo también, cordobeses, siempre fui niño de barrio; de La Magdalena, ayer; de Chamberí hoy, que vivo sobre el jardín que fue de la casa de Córdoba antigua, por donde a veces veo caminando un raro resplandor, que estoy por investigar de quién se trata...

Viajo con Mariló Montero, que está bella y tranquila. Nos alegramos mucho de vernos y me cuenta, sin contarme del todo, que está escribiendo su nueva novela, como ella es, cuando quiere y como quiere, eso es todos los días. Está guapa Mariló, sé que su próximo libro será una novela histórica, que habla de una mujer… pero no debo decir más, que igual es un gran secreto. Mariló Montero escribe, ya saben, su columna semanal, El Mundo por Montero, buen título, vive Dios. De su brazo subo hasta arriba de la escalera mecánica. Y me alegro de saber de ella, tan cerca, desde hace ya tanto tiempo.

O sea, a ver si es que no es de los nuestros. Le conceden a Espido Freire, la fiambrera de plata, ese premio por el que suspiro, y que me gusta tanto. El alma es la fiambrera del cuerpo.

Recibo un libro precioso, preciso, con un nombre que me va: Seguir cantando. Lo ha escrito, o mejor lo ha cantado, lo ha contado, Manuel Muñoz Moya, aria para tenor en tres partes. Ritmo, compás y vida. Es sevillano pero parece cordobés. En su vida y en su obra. Me lo manda dedicado. Ópera pura, línea a línea, lo he llenado de subrayados, igual cualquier día tenemos el gusto de vernos y de abrazarnos, maestro.

Ya llegó la primavera, que a tanta gente le gusta. A mí no crean ustedes que tanto. Me rompe los huesos, que hasta incluso los escucho. Me gusta mucho, lo del doctor y ahora consejero Jesús Aguirre, médico de la gran familia de los andaluces todos, entre los que se encuentra, sin duda, este viejo cuerpo mío.

Ya están las ferias todas en marcha. Que no decaiga la fiesta. Les escribo de Pepe Reina, que sigue en pie como siempre, dando alegría a la Roja, que ayer jugó como saben. He leído en algún sitio que Pepe ha dicho:

-Mi destino final será en Córdoba, ya lo saben, soy cordobés hasta el tuétano, así que ya que estaré con los míos, con mis nietos…

Y si está en la grada del Arcángel, pues se hará el milagro seguro. Que buena falta que nos está haciendo.

Mientras tanto, se acercan las elecciones y el cordobés que fue presidente de Cataluña, José Montilla, levanta la voz y dice en tiempo de turbulencias...

-Sí, pero no se olviden que yo nací en Córdoba, y que no he perdido mi acento.

Claro que sí, honorable, y que lo hizo muy bien en un lugar tan difícil. En su momento, y también en este que es su largo silencio.

De izquierda a derecha, el escultor Aurelio Teno, el torero Finito de Córdoba, la escritora Espido Freire y el consejero Jesús Aguirre.