Esta semana, Córdoba ha dado la bienvenida a 145 niños saharauis del campamento de refugiados de Tinduf en Argelia. Son acogidos por familias de toda la provincia durante el verano, brindándoles la posibilidad de disfrutar de unas vacaciones solidarias, durante julio y agosto, alejados de las duras condiciones de los campamentos de refugiados en los que viven.

«Acoge una sonrisa» es el lema del programa Vacaciones por la paz, en el que se enmarca este proyecto que se ha desarrollado desde 1994 gracias a la Asociación Cordobesa de Amistad con los Niños y Niñas Saharauis. La asociación, junto con la colaboración de diferentes instituciones como la Diputación cordobesa, garantiza diferentes revisiones médicas para prevenir enfermedades e intervenir en los posibles problemas de salud que estos puedan presentar. Anabel Galvín, que acoge a Abdul junto a su pareja, asegura que quiere «quitarle de las condiciones tan duras que están viviendo y ofrecerles otra visión del mundo; también le ayudamos con su salud, si necesitan gafas o arreglarse la boca», dicen.

Otro de los objetivos del programa es poner en valor el intercambio cultural, teniendo en cuenta que Córdoba es una ciudad con una fuerte tradición intercultural, así como poner en valor el derecho a la libre determinación del Sahara Occidental. «Ya es demasiado tiempo. Hay niños que tienen que huir con sus familias hacia el exilio, niños que huyen solos, o que nacen ya en las zonas de exilio padeciendo situaciones extremas sin servicios básicos y sin coberturas mínimas sociales», afirma el presidente de la Diputación de Córdoba, Antonio Ruiz.

Por todo ello, las familias, la mayoría repitiendo su experiencia en este programa, se han mostrado ilusionadas en sus primeros días con los niños de los que ya han podido disfrutar. Es el caso de Alberto y Lola, que han acogido por primera vez a Fatma, proveniente del asentamiento de El Aaiún, también primeriza en sus vacaciones en Andalucía, y que se mostraban muy contentos porque «ella se ha adaptado perfectamente. Es un reto para nosotros, pero estamos muy sorprendidos; aunque sea su primer año está muy tranquila, muy ilusionada. Vamos a pasar un buen verano».

Como es lógico, el proceso de adaptación a esta nueva situación resulta a veces complicado, como explica Bea Sánchez, encargada de la secretaría técnica de la asociación. «La primera semana es complicada hasta que todo se adapta. Cuando pasan dos semanas, ya todo genial. Nosotros estamos siempre en contacto con la familia de acogida, especialmente con aquellas que acogen por primera vez».

Si hay algo en lo que coinciden todos los participantes es en el amor que sienten estos niños por el agua y el agradecimiento continúo por aquellas pequeñas cosas como los paseos en bicicleta o el poder pasar tiempo con sus amigos en la piscina o la playa. En los campamentos pueden resultar un lujo.

La asociación es plenamente consciente de ello y, cuenta Sánchez, organiza unas jornadas de convivencia con la idea de visitar los pueblos de la comarca y que puedan disfrutar con todos los niños que están en estas zonas. «Vamos a la piscina de Fernán Núñez, a la de Hinojosa, a la de Castro del Río… Una piscina por comarca. La idea es visitar a todos los niños y a todas las familias. Igual de importante es que estén bien lo niños como que estén bien las familias, tiene que ser un programa equilibrado».