-¿Ha reflexionado mucho sobre la gestación de este trabajo, teniendo en cuenta como está el panorama discográfico?

-En realidad, a lo que menos he atendido a la hora de planificar el repertorio del que se compone el disco ha sido, precisamente, a cómo está hoy día la industria discográfica relacionada con el flamenco, y en ello he coincidido plenamente con Chemi López, de Ladrogueríamusic, mi productor. Para bien o para mal, siempre he sido un cantaor que he ido por libre y en esta ocasión no iba a ser menos. En todo caso, la decisión más difícil ha sido sobre qué cantes dejar atrás.

-El título del disco sugiere un largo recorrido, pero usted es muy joven todavía.

-Mi largo caminar es el título de uno de los cortes del disco -la vidala-, extraído de la célebre canción de Atahualpa Yupanqui Luna Tucumana. Me parecía un título apropiado porque, si bien es cierto que aún falta bastante para mi jubilación, se ha dado la circunstancia de que la fecha de grabación de este álbum -2017- coincidió con la celebración de mis 30 años como profesional en el cante. Comencé esta apasionante aventura cuando aún no tenía cumplidos los 15 años, ganando un premio en un concurso de cante para jóvenes en Posadas.

-La valiosa colaboración de guitarristas de la talla de José Antonio Rodríguez, Manolo Franco, Gabriel Expósito, José Tomas, Alejandro Hurtado, el violín de Eles Bellido, las palmas y el baile de Miguel del Pino y Keko, así como la excepcional inclusión de la voz del maestro Fosforito en el cante por carceleras, ¿incrementa el valor de este trabajo?

-Sin ellos nada de esto hubiera sido posible. Además de grandiosos artistas y profesionales, son amigos de los de verdad que han puesto a mi servicio lo mejor de cada quien y de manera incondicional. Nunca les estaré suficientemente agradecido.

-¿‘Mi largo caminar’ podría encuadrarse en el llamado flamenco joven? ¿Qué tiene de transgresor y qué de ortodoxo?

-No recuerdo qué célebre actor dijo aquello de «uno debe limitarse a hacer bien su trabajo… y después callarse». Por sistema, soy reacio a definirme, entendiendo que debe ser el público quien se ocupe de ello. En cualquier caso, desde siempre me ha preocupado ser yo mismo y llevar el cante a mi terreno, entre otras razones, además de por cuestiones estéticas, por pura necesidad, pues, por naturaleza, tampoco es que uno sea un dechado de facultades técnicas y he tenido que ir aprendiendo muy poco a poco, paso a paso, conociéndome a mí mismo, intentar saber hasta dónde podía llegar… Igual algo de todo esto aparece reflejado en este trabajo.

-La inclusión de los guitarristas citados en esta grabación refleja claramente la importancia de Córdoba y sus conservatorios en el mundo de las seis cuerdas. ¿Somos referentes en esta faceta?

-El protagonismo de Córdoba en la guitarra flamenca es una realidad incuestionable, y qué duda cabe de que el hecho de que en el Conservatorio Superior se estudie esta especialidad, ya desde finales de los 70, está marcando una presencia notabilísima de vida guitarrística en la ciudad que se proyecta desde aquí hacia todo el mundo.

-Uno de sus logros es la recuperación de cantes olvidados.

-Fue una inquietud, por no decir obsesión, que tuve en mis años de bisoñez en el mundo del cante. Me apasionaba la idea de descubrir a la afición formas y estilos desconocidos. Sin embargo, con el tiempo me fui dando cuenta de que, de alguna manera, aquello me estaba pasando factura, eclipsando quizá el supuesto valor que como intérprete pudiese tener. Como decía antes, siempre he querido huir de las etiquetas.