El Teatro Avanti recibe este fin de semana a la compañía Teatrosí con la segunda parte de Dos hombres solos sin punto com... ni ná, con la que estuvieron por los teatros de España 17 años. Ahora presentan en Córdoba Qué mala suerte tengo pa tó, con la que prometen más de lo mismo, muchas risas. Manolo Medina, el director, habla por él y por Javier Villespín, su compañero sobre el escenario.<b>

-¿Tan mala suerte tienen ustedes o solo quieren dar pena al público?

-Dos actores que tienen la oportunidad de estar trabajando en los tiempos que corren y además haciendo reír a la gente, poca mala suerte tienen. El título viene por mi madre. Tanto esta obra como la anterior están basadas en ella, que en paz descanse, y que siempre repetía esa frase: ¡qué mala suerte...!

-17 años haciendo la misma obra son muchos años. ¿No cansa hacer los mismos chistes tanto tiempo?

-Qué va, ten en cuenta que improvisamos y nos divertimos con nosotros mismos, ese es uno de nuestros secretos, cada día la obra es distinta.

-A los 17, va la vencida ¿o qué?

-Pensamos que una retirada a tiempo siempre es una victoria. Han sido muchos años llenando escenarios y hasta nos recibieron las reinas Sofía y Letizia a través de la Asociación de Humorismos de España.

-¿Cómo fue eso?

-Es muy largo de contar. Solo te diré que nos dijeron que podíamos llevarles un regalo y, siendo mi compañero de Antequera, nos plantamos allí con 240 molletes como obsequio.

-La obra va de una extraña pareja.

-Somos dos hombres que vivimos juntos, compartimos piso, pero yo tengo mucho amaneramiento, soy una auténtica Mari, y el otro va de machito, pero no liga porque todo el mundo piensa que somos gays.

-Imagino que alguien habrá dicho que es humor fácil porque tiran de tópico.

-A mí me da igual lo que la gente diga. Solo sé que llevamos veinte años llenando teatros y si algún listillo dice eso, me da exactamente igual.

-Pero tocáis temas sensibles. ¿Alguien se ha ofendido?

-De eso nada. Aquí lo que hay es sentarte en una butaca y ves a un gordo sentado con una batita de lunares y vas a partirte de risa. No queremos mandar un mensaje ni dar ejemplo de nada, solo queremos que la gente se ría. Quien se ofenda, ya sabe lo que tiene que hacer. Uno me dijo, al hilo de un monólogo en el que hablo de la Virgen, que yo soy cristianofóbico. Y digo yo que cuando voy a hacer actuaciones benéficas para las hermandades no soy cristianofóbico.

-¿Cuesta hacer humor sin herir alguna sensibilidad?

-La gente está acarajotá, hay muchos molestitos, esos que se molestan por todo. Esto ha pasado de castaño a oscuro. Mira, el otro día puso un amigo en el Facebook «me voy a dormir, dulces sueños» y saltó uno quejándose porque era diabético. Si es que...

-¿De qué se ríe la gente en España?

-La gente se ríe muy poco, ojalá se riera más, da igual de qué. Un amigo mío cómico me dice ¡qué pena tener que pagar por reírse! porque si es para otras cosas... igual es que eres muy feo, y no te queda otra, pero pagar para sentarte a reír es un problema.

-A veces, ni pagando, ¿no?

-En veinte años, nos hemos encontrado de todo, la verdad.

-Su madre ¿vio la obra? ¿se habría sentido representada?

'-No la vio, pero mi madre se habría visto ahí, a mí me dicen que si me cortan la cabeza, soy ella. Mira cómo era mi madre que un día en el mercado se da la vuelta una amiga y le dice «oye Mari Carmen, pero al final ¿te moriste tú o tu hermana?» Imagínatela.

-¿Se considera usted gracioso?

-Sí, claro.

-¿El humor se aprende o se tiene?

-Verás, se puede ser actor cómico, pero la gracia, o la tienes o no la tienes. Eso te pare tu madre con ella y dice ¡ahí va! Y otra cosa, ni gaditano ni maricón son sinónimos de gracia. <b>

-Un chiste corto.

-Es muy malo. Dice una «Taxi!» y responde el taxista «¡señora!». O «¿papá, vas a venir a mi graduación?» Y dice «ya cuando vuelvas me enseñas las gafas».