Ganó el Premio Nacional de Cine en 1995. Poseedor de dos premios Goya, ha trabajado a las órdenes de reconocidos directores como Miguel Narrós, Imanol Uribe, Julio Medem o Pilar Miró. Es el actor Carmelo Gómez, que imparte estos días en el Festival de Teatro Clásico de Fuente Obejuna un curso de verso e interpretación.

-¿En qué consiste el curso que imparte junto a Emilia Ecay?

-Hablamos del valor de la palabra ordenada a todos los niveles, tanto al rítmico, que tiene que ver con la música, como a nivel semántico, que tiene que ver con la metáfora. Estos dos mundos, que aparentemente no se entienden, conviven en el verso y no se ha inventado otra cosa mejor, desde mi punto de vista, para comunicar.

-En el panorama actual, ¿cómo valora la importancia que se otorga a los autores clásicos?

--Es muy sospechoso. Cuando se empieza a dar importancia a algo por una moda, siempre me produce mucha sospecha. Por ejemplo, todas estas series que hubo sobre reyes, ya se veía que se hacían por el problema del cristo Nóos que tenemos montado aquí y por la corrupción de la monarquía. Había que dar una buena imagen. Se gastó todo el dinero necesario para eso, pero fue un desastre ese revisionismo histórico solo para que nadie cuestionara a los Reyes españoles que han sido un desastre, que han sido corruptos siempre, una pandilla de pendejos, la mayoría. ¿Por qué se ponen estas cosas? Porque siempre hay alguien en una institución que lanza algo. Ahora están de moda los clásicos y necesitan una revisión porque había un concepto social de la mujer, por ejemplo, que es imperdonable. Había una idea sobre la honra que hoy podríamos llamar dignidad, ética... que ha cambiado y eso hay que revisarlo en pos de seguir escuchando en verso los grandes temas de la vida que son el amor, la muerte, las relaciones sociales, la lucha de clases...

-Comentaba Gemma Cuervo que, al contrario del cine o la televisión, el teatro representa la pureza, ¿opina de la misma forma? Entre el teatro y la docencia, ¿con qué se queda?

-Sí, opino como ella. Yo no creo que se puedan separar teatro y docencia, creo que puedo dedicarme a ella porque tengo una actividad en el teatro. Lo que pasa es que me voy cansando del mundo profesional competitivo y terrible que te aleja de la razón por la que nos estamos dedicando a esto y francamente, me encuentro muy cómodo en la docencia.

-¿Qué le parece que ayuntamientos pequeños como el de Fuente Obejuna organicen estos cursos de verano?

-Hay que aplaudir a la Escuela Superior de Arte Dramático de Córdoba por apoyarlos. Cuando una escuela se abre así a un Ayuntamiento y los dos buscan una forma de colaborar es un continuo que nunca se sabe dónde puede acabar, es un buen comienzo y a mí me gusta. Además, el pueblo tiene ya esa marca que ahora le puede estar costando un esfuerzo presupuestario, pero que los puede convertir también en algo excepcional, porque este mundo tiene que cambiar y lo hará a través de la cultura.

-Aparte de un excelente actor, es usted una persona muy sincera. Dígame cómo ve la cultura española.

-Es mejorable. Este es un país con muchísima capacidad. Ha habido gente que se ha ido formando en soledad pero, en cuanto necesitamos compañía... Aquí hubo una política extraordinaria que se mandó a la mierda, la de UCD, que ayudaba y subvencionaba a compañías pequeñas, lo que hacía que el dinero se repartiera. Ahora no, ahora todo está en manos de las grandes instituciones y en los grandes grupos mediáticos y para los demás, no hay nada. Este es el problema de este país, que no hay un buen reparto de la riqueza. Se habla mucho de banderas y fronteras cuando yo creo que la patria está en la cultura.