contracorriente
Sabor a gloria bendita
El Palacio Episcopal acoge la decimocuarta edición de la exposición de dulces conventuales, en la que este año participan trece conventos de varias provincias
Rafael Valenzuela
07/12/2018
Pestiños, fruta escarchada, roscos, mazapanes, dulce de membrillo, mermeladas, mistela, miel, vino, yemas de Santa Clara, huesos de santo, hojaldrinas o marroquíes son algunos de los productos que desde el miércoles se pueden ver y adquirir en la decimocuarta exposición de dulces conventuales que se ofrece en el patio del Palacio Episcopal de Córdoba y en la que participan trece conventos de distintas provincias.
El certamen, organizado por la hermandad del Calvario, cuenta este año con la participación de tres conventos nuevos, como son San Calixto y las Salesas de Córdoba y el de Fregenal de la Sierra de Badajoz.
Calcular el número de personas que pueden pasar por esta muestra es difícil, según explicaba a este periódico la persona que ayer regentaba la caja de la muestra, José Murillo, que indicaba que todos los años esta actividad recibe una maravillosa respuesta del público cordobés. A este hay que unir la gran cantidad de turistas que durante el puente se han acercado hasta Córdoba y han comprobado que además de las exquisiteces que se exponen en el atrio de patio, también pudieron disfrutar de un amplio y bien interpretado repertorio de villancicos que ofrecía durante la mañana el coro Amigos del Rocío de Córdoba, una doble oferta más que interesante para una mañana festiva como la de ayer.
El repertorio de elaboraciones monacales es tan amplio que decidirse por la compra de uno en concreto se convertía en todo un dilema.
Preguntado Murillo por el dulce estrella de la muestra, indicaba que los que más ventas tienen son «los marroquíes de Osuna, que son unos bizcochos glaseados que cuando se introduce en la boca es un auténtico placer». Sobre mitad de la mesa expositora se encontraban las Ángelas (madre e hija), quienes coincidían en que los marroquíes son de los productos más solicitados, «pero también hay mucha gente que busca las yemas de Santa Clara de Montilla y la mistela», un licor que, tras la copita de degustación que se ofrecía a los visitantes, acababa en más de un lote de compra.
Además del sabor a gloria bendita que cada una de las artesanas elaboraciones ofrece a quien las compra, la muestra tiene otra parte fundamental, que es la que le da origen, como es la benéfica, pues los fondos que se recauden con estas ventas irán destinados a Cáritas Diocesana y a la hermandad organizadora, con lo que la adquisición de estos suculentos artículos deja a quien los compra un doble sabor a satisfacción: en el paladar y la conciencia.
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