El Aulario Averroes del Campus universitario de Rabanales acogió ayer la segunda edición de la Gran Fiesta de la Robótica, un evento que contó con la participación de unos 350 alumnos de colegios cordobeses, que presentaron a los asistentes los proyectos de videojuegos y construcciones en los que han estado trabajando durante el último mes y medio.

La actividad fue promovida por la empresa de robótica educativa Robokids, con la colaboración del Consejo Social de la Universidad de Córdoba, UCO Campus, la propia UCO y la Diputación provincial. Rafael Dorado, socio de Robokids, agradeció la implicación de estas instituciones «y de todo tipo de patrocinadores, porque si no esto es imposible», señaló. Esta firma realiza actividades de robótica en una treinta de colegios cordobeses, por lo que la iniciativa celebrada ayer «es como un premio final» al trabajo realizado durante todo el año por los estudiantes. Robokids ha pretendido que los asistentes, que tienen edades comprendidas entre los 5 y los 14 años, «se acerquen un poco al mundo del futuro, que se sientan como pequeños ingenieros», por lo que Dorado destacó la idoneidad de su ubicación en el campus. Junto a los pequeños se encontraron los familiares, que acudieron a acompañarles en esta actividad, Dorado admitió que «se ha ido un poco el horario», agradeciendo su asistencia. Además de él mismo, la empresa está formada por los socios Alfonso Sevillano y Sergio Vegas, y tiene 25 profesores en plantilla.

A lo largo de la mañana, los participantes contaron con un stand en el que dar a conocer sus proyectos que, según detallaron desde la empresa, han sido «un poco más complicados, conociendo mucho mejor las partes de robot o del videojuego, en este caso, para poder explicarlo a familiares y amigos, y a un jurado seleccionador». Así, las dos categorías en las que se enmarcaron los trabajos fueron la de videojuegos y construcciones (legos). Todos los alumnos recibieron un diploma y una mochila de regalo por su asistencia, aunque también se entregaron 32 premios entre los más de doscientos trabajos presentados. En la categoría de construcción, los primeros puestos fueron para los proyectos Tortuga, del colegio Almedina; Nido de pájaros, de Maristas; Spirograph, de Virgen del Carmen, y Dragon Fly Chicas, de José de la Torre y del Cerro. En la modalidad de videojuego, quedaron a la cabeza Dinotrini, de Trinitarios; Kraft Attack, del Salvador Vinuesa; Black guns, de Maristas, y Bolitas traicioneras, del mismo centro.

Uno de los participantes en el evento fue Ángel Buzón, de 6 años de edad, que estudia en el colegio Virgen del Carmen y afirmó que le había gustado la actividad. Su proyecto consistió en «un helicóptero que rescata a las personas del peligro y los lleva al hotel a refugiarse», explicó. Luis de Olmedo, de 11 años, acude al mismo centro y expresó el deseo de que «a ver si me dan el premio», comentando que «lo que más me ha gustado es cuando ha venido el jurado a verlo (el proyecto) y se lo he tenido que explicar». En su caso, la propuesta fue «una grúa que levanta un coche volador y tiene también un minijuego», un trabajo que desarrolló con otros tres compañeros. En el jurado participó Jaime Pérez, un alumno de 11 años del colegio Santa Victoria, que logró junto a su hermano uno de los premios de la primera edición. Jaime manifestó que «he visto muchas construcciones, sobre todo, que es lo que gané yo el año pasado», y confirmó que los asistentes habían trabajado bien.