Hoy les hablo, como habrán deducido inmediatamente, dado su indiscutible talento, de Isabel Pantoja, la gran protagonista sin duda de la semana. Por eso, este titular, que está tan cerca de lo nuestro. Le quiso regalar a su querido público, entre el que me encuentro, porque soy uno de sus forofos y el que más la ha defendido antes y después de los dos años de falta de libertad, divino tesoro, a través de Motos, que es sabio y buen profesional, con un punto de genio, la receta de su gazpacho, además de la del pollo que lleva su nombre. Vale. Bueno, pues en la turmis donde ya peligra el gazpacho, porque es mejor hacerlo a mano, mezcló los ingredientes todos… ¿y?, pues ya vieron el resultado. Más bien le salió salmorejo, a pesar del delantal, el pelo hacia atrás, los puñaítos...

En fin, que parecía salmorejo, menos mal que nadie lo probó del todo, que expertos tiene ese arte, al que pertenezco, y que de un tiempo a esta parte, o sea alrededor de 25 años, se viene jaciendo en casa por lo menos una vez por semana, ya sea verano o invierno, otoño o primavera, y mejorando. Dicho lo cual, me remito a lo ocurrido, que el salmorejo es un arte que no se aprende, o si además de aprenderlo, se siente. Tiene ritmo de copla y fandango como poco.

Y a lo nuestro, que hay mucho dentro esta semana, domingo cinco de febrero, después de San Blas, que las cigüeñas verás, que también las hay y bellísimas, en lo alto de campanarios y almenas. Eso sí, a un amigo que me dice que va a la sierra cordobesa, me atrevo a preguntarle.

-¿A la perdiz, tal vez que las hay?

-No, que donde voy es a las palomas, que ahí vuelan que da gloria verlas.

Y cazarlas, claro. Ahí subía mi amigo el capitán Etayo, ¿recuerdan? Aquel de la Nao que quiso emular, quinientos años después del descubrimiento de América, lo de Colón, que en Córdoba empezó su historia, cuando se enamoró de doña Beatriz..

Histeria de la historia, digo. Menos mal que vuelve Pastora Soler, a la que hice aquella inolvidable entrevista ahí en la Judería. Me dicen que ya se le ha ido el miedo escénico, y que está dispuesta a darlo todo de nuevo. Me alegro mucho. Le será fácil. Como lo de alegrarme en el fondo de que la Beyoncé, con acento en la segunda e, vaya a tener, no sé ahora mismo, si gemelos o mellizos, pero les tendré informados.

Ah, y que sepan que está de moda lo del arte, oscuro, del blanqueo, y que Córdoba, lo cuento a todo el mundo, tiene el mejor monumento a los que blanquean pero de verdad, cal viva que azulee, de nuestro genio Belmonte. Claro que era otro blanco aquel, divino, honesto y verdadero. Porque nadie blanquea, de verdad como nuestra Córdoba, la suya y la mía, tanto en la ciudad como en los pueblos.

Veo, leo, que hay un pueblo que se llama Valdeinfierno, que aprovecho para decir, la internet esta mi amiga, que es un cielo, porque tanto el paisaje como el paisanaje pertenece a lo mejor de lo mejor. De nada. A ver si me acerco un día.

Al salir, ya mismo, ya, el libro que mereció el premio Jaén de novela, de nuestro poeta de Sierra Morena, don Alejandro López Andrada, al que esta semana que se fue ya, he estado a punto de conocer personalmente, otro día será, y mientras tanto aquí que le voy leyendo, y aprendiendo sobre todo, de su verso…

¡Cómo me gustaría de mayor ser poeta! Y aprovecho para decirles que igual era ahora el momento de localizar en Brieva, de Segovia, en la mitad de la cerealidad, a la abuela azul, Lucía Bosé, de actualidad también por lo de su Bimba, y que sigue con toda su colección de ángeles, que quizá su sitio definitivo podría ser Córdoba, tierra única de la arcangelidad.

Y perdonen porque hoy estoy palabrero, como podrán intuir, si es que me aguantan hasta el final. Carlos Herrera, que habla de Córdoba, en su radio, que los viernes es la mía, de una manera con conocimiento y sentimiento, muchas gracias de parte de la ciudad califal.

Y a mandar mis cordobeses. Y este pensamiento final, tomen nota. Nunca es tarde si la dieta es buena.

No lo olviden.