Marcos Santiago es abogado penalista, activista gitano y articulista de este periódico. Un hombre que gana en las distancias cortas, donde demuestra ser digno sucesor de su madre, vendedora ambulante, porque es ahí donde despliega su carisma y es capaz de venderte cualquier idea tirando de sentido común y simpatía.

-Mañana es el día del pueblo gitano. ¿De qué le gustaría que se hablara cuando se habla de los gitanos?

-De una etnia que lleva implícito el arte, de cuánto hemos aportado a la cultura. Andalucía sin los gitanos estaría muy incompleta. Le hemos dado espíritu, alegría, muchos valores, el cómo cogen las madres a los niños, cómo se peinan las mujeres, el flamenco...

-Pero gitanos hay en muchas partes y el flamenco solo está en Andalucía.

-Mire, no hay gitano más gitano que yo y, aún así, me tira más la tierra que la etnia. El flamenco es un fenómeno de los gitanos andaluces. Gitano y Andalucía es igual a flamenco. Así es.

-Hábleme de las mujeres de su familia.

-En mi casa hay un precioso ejemplo de mujer gitana. Mi hermana mayor se casó con un primo hermano nuestro, algo que es muy gitano, uno de los mejores guitarristas, y ambos dejaron todo para dedicarse a predicar la palabra de Cristo en la Iglesia Evangélica de Filadelfia. Luego, con 40 años, mi hermana retomó los estudios para hacerse maestra, que era su sueño.

-¿Y su madre?

-Mi madre es un fenómeno social. Se casó con 17 años, estaba barriendo la puerta de casa de su tía y pasó mi padre, que venía de Alemania, donde fue a trabajar, en las minas de Dusseldorf. Se fue allí cuando vino del Protectorado de Marruecos, donde nació. Se paró en la casa donde trabajaba mi madre y ella le hizo un bocadillo de atún. ¡Qué bocadillo no le haría que ese mismo día se casaron y hasta hoy! En los gitanos no hay matrimonios forzados.

-Eso no es lo que se dice.

-Porque hay muchos estereotipos, esa es la base del racismo, vender que un colectivo es malo basándose en casos que no representan a la mayoría. Hace falta tener mundología y ver que buenos y malos hay en todas partes.

-Su padre es gitano y policía, ¿verdad?

-Sí, mi madre lo mantuvo vendiendo colonia hasta que se sacó las oposiciones, con el número 1. Luego lo destinaron a Madrid, a Barcelona... así que tengo hermanos de varios sitios. (Suena el teléfono). Espera, me llama un cliente desde la cárcel, a un preso no se le puede colgar nunca, o lo matas.

-¿El mercadillo sigue siendo fuente de ingresos suficiente para una familia?

-Ya no. Se gana poco, hay mucha competencia de los grandes almacenes y se pagan muchos impuestos.

-Si su hija quisiera ser vendedora ambulante ¿qué le diría?

-Yo la voy a obligar a estudiar mientras pueda porque para mí estudiar es como el jamón de pata negra.

-¿Por qué se hizo abogado?

-Yo quería estudiar historia, pero mi padre me dijo que el Derecho tenía más campo. Entonces no imaginaba que ser abogado me haría tan feliz.

-¿Usted atiende casos de violencia machista?

-Sí y le diré que pese a todas las medidas que se están adoptando, hay un repunte de la violencia de género en la juventud. Y la causa es que mientras en los 80 y 90 hubo un resurgir de la cultura, ahora se están alejando de la educación, sobre todo, las niñas. Internet es como el genio de la lámpara, le frotas y te dice todo lo que quieres, pero se está utilizando para lo peor y eso incide, sobre todo, en la violencia de género.

-Alguien me ha dicho que es usted muy de derechas. ¿Usted qué dice?

-Que yo no soy tan inteligente para saber si soy de derechas o de izquierdas como tanta gente, que lo tiene todo tan claro. Si veo un empresario que se está dejando la piel y los trabajadores se la juegan, yo soy del empresario, pero si veo el caso contrario, entonces soy de los trabajadores. ¿Eso es izquierda o derecha? Solo sé que no hay nadie que ame más la democracia que yo, creo que hasta moriría por ella.

-¿Por qué no hay gitanos en política?

-Por racismo, porque los aparatos de los partidos los tienen como el último mono. Pero le digo una cosa, yo creo que la vida está cambiando y me da la sensación de que vamos a asistir a una apertura de la política hacia las gitanas. Se están empoderando y, como son mujeres, no les van a poder cerrar la puerta. Al tiempo.