Ahora que tanto se está criticando lo raro de nuestro acento, aquí, y además por escrito, para que no se lo lleve el viento, pregono lo que titulo. Que me siento, que me siento, orgulloso de mi acento. Del andaluz, lo que digo. Y del andaluz el nuestro de cada sitio, porque solo cambiamos la música, que respetamos lo nuestro. O sea, la letra, que un día me dijo el poeta Luis Rosales que había tantos recuelos como cafés en los valles, en los sitios, los barrancos, las alturas, las bajuras, sal y sol, siempre el acento. Por eso, ahora que está en crisis nuestra manera de hablar, que si La Peste debía haber sido hablada en castellano de San Millán de la Calzada, donde cantó la gallina después de asada, y eso habría que discutirlo, por que, a mí, por lo menos a este anciano que soy, y que escucho tantas lenguas, me gusta como está dicho, y no es redicho, no es capricho, es una lengua bien viva.

Que a mí me pasa que cuando viajo hacia el sur, aunque esté en el norte, o el centro, como compadre que soy de dos andaluces universales, ya saben, Curro Romero y Manuel Benítez, el Quinto Califa, del que cada día sé menos, por más que me preocupe por él, que está missing mi compadre, y eso que por tener hasta tenemos un perol comprometido.

Bueno, pues que hablo con la letra de mi lengua, la de los códices viejos, pero le pongo la música que a mí me inyectaron en mis genes, cuando me ataron el ombligo, en fin, que por eso los sábados por la mañana escucho en Radio Olé al joven sabio Juan Valderrama, hijo de Juanito padre, que universalizó, por cierto, el himno de nuestro sombrero cordobés, que cada día se está llevando más, en la moda más selecta.

Juan Valderrama, el maestro, que cantaba aquello de «Tienes planta de maceta , y hay en ti tal señorío. Que eres rey de las carretas, de la Virgen del Rocío». Me gusta mucho ese andaluz que cuando tiene que explicar lo inexplicable va y dice: ¡las cosas! Y se queda tan tranquilo. La verdad de lo imposible de explicar. La teoría y juego del duende, de la que sin decir, decía, Federico. Cuando para definir el duende, que el otro día se lo preguntaba yo en directo al Amargo, después de la medalla de bellas artes en Málaga,

-Rafaelito, hijo, que si lo primero que echas en tu maleta cuando viajas es el duende, niño...

Porque la verdad era esta, que a la Niña de los Peines, a la que yo entrevisté en su día en su casa de Cádiz, hace ya tantos años, que no todo el mundo puede decirlo, llevaba el compás conmigo.

-El duende es pequeño como una almendra verde y vive en el fondo de las botellas de anís..

No hay mejor definición, dentro de lo indefinible. Es como cuando Joan Manuel Serrat, al que la última vez que he visto por ahora ha sido en el patio de mi amigo Rafael Carrillo, en la Judería...

-Lo de mi tierra, en Cataluña, es la feria del disparate...

Olé, maestro, me gustaba y mucho cuando Manuel Benítez Carrasco, el enorme poeta, que dejó de escribir poesía, para decirla, que es la misma música y letra, y lo hablábamos en México.

-Mira si soy desprendío

que ayer el pasar el puente

tiré tu cariño al río…

Oigan, hay que decir desprendío con acento en la «i», porque es cuando suena el sonido sonoro, perdonen por la tripleta, de nuestro acento, nuestro compás. Por eso me gusta tanto saber que El Pele ha triunfado cantando en la gran fiesta del flamenco del sur, El acento cordobés.

Y a propósito de esas fotos de los cristos, que nadie respeta ya nada, con la fuerza que nos da la armadura de la fe, decir lo que siempre digo, cuando daba conferencias..

-Me gustan los cristos de mi sur, por esta razón. Porque están en las viejas iglesias, en las ermitas pequeñas, en las estampas guardadas en el fondo de las cajas de los sombreros…

Yo, en mi colección, siempre lo cuento, de los cristos, que hubo un tiempo que guardaba, y donde hay varios cordobeses. Me traje uno de América, Cristo de los Guerrilleros, con dos pistolas, sobre el paño de pureza, una a cada lado de la cadera, perpetua…

Se acerca el martes trece, el que avisa no es traidor, estos son días de carnavales, y menos mal que el catorce es el día de san Valentín, el santo del amor, que, por demás, el pobre, era soltero. Lo asesinaron por noble, por valiente, por defensor del prójimo. Dos fechas tan diferentes en la misma semana.

Lo dicho. Aunque me salga en verso: «Por que sin ser tu marío, ni tu novio ni tu amante, soy el que más te ha querío. Con eso tengo bastante». Y tiene destino. Me refiero a Córdoba, que en este día pregono, que por tener hasta tiene nombre de mujer.