El pastel o pastelón cordobés está considerado el postre tradicional más característico de Córdoba. Es uno de los elementos de la cultura y gastronomía cordobesa por antonomasia y uno sus «santuarios» más emblemáticos y populares, el obrador de la Pastelería San Rafael, en el Brillante, cierra sus puertas después de 80 años haciendo felices a cordobeses y foráneos. Cerró por la pandemia y no volvió a abrir. Un gran cartel de la inmobiliaria Capitán en su fachada anuncia que está en venta, para tristeza de sus muchos clientes, que han visto cómo se pierde un negocio familiar que vendía lo más tradicional de la gastronomía cordobesa, desde el pastel cordobés al también famoso Manolete o sus ricas empanadas, todo elaborado con gran calidad y de forma artesanal.

Por San Rafael, el 24 de octubre, era habitual encontrar colas de personas que acudían a este obrador de Cardenal Portocarrero a llevarse su pastel cordobés. Ahora, sus propietarias, Elisa y Cristina Delgado, dos hermanas nietas del fundador, José Delgado Roldán, han decidido cerrar el negocio por cuestiones personales. No desean hablar, pues les entristece haber tomado esta decisión, dicen en la inmobiliaria.

Lo cierto es que el local, de 187 metros cuadrados, según escritura, y 235 metros cuadrados, según el catastro, de dos plantas y una gran terraza, se vende por 180.000 euros. Desde Capitán señalan que lo ideal sería para un negocio similar, de cafetería-panadería o pastelería, pero también lo ven apto para alguna consulta, espacio de coworking amplio o similar.

Según cuenta Rafael Jordano, exdirector de la Cátedra de Gastronomía de Andalucía, en un artículo publicado en diario CÓRDOBA, «el fundador de Pastelería San Rafael, José Delgado Roldán, trabajó y se formó como maestro pastelero en Casa Mirita (calle Concepción) desde 1918. En 1940 se estableció por su cuenta y puso su propia pastelería en el Realejo (calle Juan Rufo); en 1945 abrió un punto de venta en los jardines del Duque de Rivas (esquina avenida República Argentina) y en 1982 su hijo trasladó el obrador a la zona del Brillante (calle Cardenal Portocarrero). Actualmente es una de las confiterías más antiguas de la ciudad y está regentada por la tercera generación de la familia Delgado».

Relata Jordano en su artículo el origen del nombre Manolete de uno de los productos estrella de esta pastelería: «A Manuel Rodríguez Sánchez Manolete le gustaba el pastel cordobés y lo compraba inicialmente en Casa Mirita y posteriormente en San Rafael. El torero, que había probado en México un dulce de sabor similar llamado Chilacayote (cidra o cabello de ángel cristalizado), quiso llevar a sus amigos mexicanos unas porciones de pastel cordobés para que lo degustaran. Con dicha finalidad y para una mejor conservación durante el viaje a América, José Delgado elaboró raciones individuales redondeadas (aproximadamente de 12 cm de diámetro) y en homenaje al Califa las denominó Manolete. Actualmente, en muchas confiterías y pastelerías de Córdoba se continúa vendiendo dicho formato reducido de pastel cordobés».

Con origen en la repostería árabe, el pastel cordobés está compuesto por láminas de finísimo hojaldre relleno de cabello de ángel/cidra y decorado con azúcar blanquilla con canela en polvo. Son muchos los obradores cordobeses que lo elaboran y de Córdoba llega a toda España cómo algo típico y tradicional de la ciudad.