Reloj no marques las horas. Ahora que ese tema de la hora nos interesa, aunque no mucho la verdad sea dicha, escucho el viejo, perdón, mejor dicho, el antiguo bolero que a mí, sí a mí, me cantó muchas veces don Lucho Gatica, inolvidable, las de mi quinta recuerdan: Reloj no marques las horas porque la vida se acaba. Triste, pero cierto, ya saben aquello que siempre digo: A todos nos han cantao / en una noche de pena / boleros que nos han matao.

O como cuando uno se siente protagonista de la letra de un fandango: Tiro piedras por la calle / Y al que le dé que perdone / Tengo la cabeza loca / ‘De tantas informaciones’.

He corregido la filosofía de la verdad. Y le he añadido la verdad de la actualidad. Osea, la hora. Tema de discusión, pero sin llegar al grito. Quizá sea mejor que la cambien a mejor, solo para ver desde el cielo, volando digo, la Medina Azahara iluminada. Un milagro sobre el mapa.

Lucho Gatica que, cuando lo traje a Madrid, lo primero que quiso es ir al Bernabéu, les digo de hace cuarenta años, y se vistió del blanco de entonces. Lucho, que me dijo un día en México donde vivía, aunque era chileno:

-Oye, gallego, ¿y sabes lo que le dijo el gato a la gata? Pues le dijo, por ti lucho gatica.

Un cuento de amor sin duda, que ahora nos hace tanta falta, ahora que están de moda las historias. ¡Ay, si yo pudiera contar la de la virgen que tiene un tiro en la mitad de la frente, y los del pueblo en mayo buscan al que lo hizo en el treinta y seis, para perdonarle el asesinato divino, porque la señora continúa ahí en pie y sonriendo. Un pueblo de Córdoba. Sí, en un pueblo de Córdoba.

Y tantas historias más, como la de saber que la película Campeones va a ir representando a España en el Oscar no en inglés. Igual se lo trae, y si no, al tiempo. Y una curiosa noticia, que el ministro del Interior, Marlaska, está doblemente tatuado en un brazo, con un mensaje de amor que solo dos personas saben.

El mundo está lleno de historias, y yo guardo cantidad, porque ese ha sido mi oficio, y no las he contado todas. Todavía. Lo que pasa es que el reloj es impecable, e implacable también. Es como lo de Ronaldo, que solo ha marcado un gol desde que está en lo de Italia. El gol se llama Georgina, que es el nombre de su dama, y que además es la que está causando furor. El furor del amor, ya saben. Porque lo que está gustando más en la Italia, tan artista, es el trasero del amor del futbolista. Mucho más que el delantero, que es lo que es don Cristiano.

Y en el tren va y me dice, un tipo con cara de banderillero bueno, como los Tejero de Córdoba:

-¿Cómo no ha contado usted, que siempre está el quite?

-Más bien lo que estoy es al toque maestro.

-Como quiera y es verdad que uno de los grandes en el festival de la Unión de Murcia, ha sido nuestro don Vicente Amigo, que, por cierto, le pido que cuando escriba de él, le ponga el don por delante.

Dicho queda y no pienso olvidarlo. Es de los que merecen el don. Escrito queda.

Y sigo. A ver, nuestro poetísimo, el maestro Baena, que aún tiene el resplandor de su ausencia. ¿Dónde he leído que igual le hacen una estatua, de las nuestras, pero sentado en su mesa camilla, donde escribía sus poemas ¡y el balcón abierto a la calle de Córdoba!

Un tema de actualidad como el de Nadal, don Rafael, cada día más querido, más deseado, que muy frecuentemente nos da una buena, buenísima noticia, un buen líder español, que cuando gana es humilde y cuando pierde, sonríe. Para él no hay reloj de arena. Cada día está más fuerte, más joven, incluso hasta tiene más pelo. Porque es bueno que sepan esta historia que les cuento. Se está vendiendo, y por lo tanto comprando, mucho cabello. Sí señor, y de los mejores el de las damas cordobesas. Porque es el mejor para hacer trenzas que se llevan tanto este año, este setiembre.

Y ayer mismo hizo años que enterraron a don Antonio Mairena, que en paz y en bronce descansa, en su pueblo de origen. Yo le conocí en la plaza de arriba, una de las más hermosas del mundo, en la noche del premio flamenco. Y lo conté en Abc de Madrid. Hace más de cincuenta años, cuando me dijo, guardando en un bolsillo de su chaqueta la llave del cante que acaba de ganar limpiamente, flamencamente:

-¡Qué difícil cantar en Córdoba, pero también qué fácil, que todo el mundo te entiende, ¿y sabe usted por qué joven? Pues porque todo el mundo te siente.

Palabra de genio. Y lo que hago público para general conocimiento, como se dice siempre en los viejos papeles de la justicia.