Lo ha tenido todo en contra para ser escritora, la época, las circunstancias familiares y la propia cultura. Pero eso nunca le impidió hacerse a sí misma y sacar adelante libros, cuentos y poemarios.<b>

-Tras su recopilación de perfiles de mujeres cordobesas, hombres de la cultura de la ciudad le instan a hacer un libro de perfiles masculinos. Usted, que siempre escribe desde el sentimiento, ¿Realmente sintió la necesidad de hacer este libro?

-A mí me gusta la paridad. Desde que hice el primer trabajo sobre las mujeres de Córdoba todos me decían que para cuándo el de hombres, hasta que un día me decidí a hacerlo. Como les digo a todos, tanto a mujeres como a hombres, lo he escrito desde la admiración y el respeto.

-¿Cómo ha llevado a cabo la selección de estas figuras?

-He tenido la suerte de contar con un buen equipo para hacerlo. El que fue director del Ateneo, Manuel Ortas, me facilitó mucha información. Miguel Collado, fotógrafo del Ateneo, me mandó las fotografías para hacerlas retratos y el escultor Antonio Bernal y Ángela Sánchez se prestaron a hacer los retratos que incluyen los perfiles de estos hombres.

-Siempre le ha gustado aprender de las personas acercándose a sus vidas, ¿Qué ha aprendido de las vidas de estos hombres?

-Soy una mujer de una época en la que a las mujeres no nos dejaban estudiar. Con 9 años me pusieron a coser, pero todas las propinas que me daban las usaba para comprar libros. Me costó mucho trabajo hacer el libro de Mujeres de Córdoba, pero también disfruté mucho acercándome a esas mujeres que habían ido a la universidad, valorándolas por lo que habían hecho y por quiénes eran. Con los hombres me ha pasado lo mismo. He disfrutado descubriendo que, por suerte, hay muchos hombres que tienen esa parte sensible que tenemos las mujeres, que no todos son como esos que salen en la tele y hacen daño.

-Algunos de estos hombres se vieron abrumados por su propuesta, no creían ser lo suficientemente valerosos como para estar en un libro.

-Sí, uno de ellos fue el modisto Miguel Yuste. El día de la presentación del libro estuvo allí sentado en primera fila y me dijo «Rafaela, qué tonto he sido». Porque el acto fue muy emotivo y el salón estaba lleno. Me siento muy honrada con todas las personas de la cultura que están conmigo en este aspecto, aunque haya otras que no. Supongo que eso pasa en todos sitios.

-Sacar este libro adelante ha sido una odisea.

-Por supuesto. Cuando solamente tenía 3 o 4 semblanzas lo presenté a una editora que me dijo que iba a salir adelante de cualquier modo. Sin embargo, cuando lo terminé me encontré con la respuesta de que no se podía hacer por falta de fondos. Cuando iba a guardarlo en el cajón de mis escritos, me encontré con la Tertulia Perea, y quiero agradecerles todo su apoyo porque sin ellos este trabajo no habría visto la luz.

-Se formó leyendo a los grandes, ¿Hay algún joven poeta cordobés al que le haya echado el ojo?

-En el libro he incluido a algunos de ellos. No quiero destacar a unos y desmerecer a otros. Córdoba tiene tantos y tan buenos poetas... Y he bebido de la fuente de todos ellos, nutriéndome, para luego crear mi propio estilo. Aquí tenemos a Carlos Clementson, Juana Castro, Pilar Sanabria...

-Siempre dice que todo lo que escribe es para regalar a los demás.

-Por supuesto. Se me han quedado muchos en el tintero. No me importaría hacer una segunda edición con todos ellos. Soy un granito de arena en el desierto, y mis manos están abiertas para ayudar al que pueda.