He contado muchas veces, porque es fácil repetirse después de tanto tiempo juntos, que a veces, hace años, lo de las gitanas, porque eran gitanas, que te ofrecían puñaítos de romero, y si querías incluso te leían la mano, que está llena de sorpresas. Como aquel al que le estaban viendo las rayas, el libro abierto que es, dicen, y le dijeron de pronto, ante su estupor incluso:

-Perdone usted que le veo, una cosa mala, una muerte, para esta nochebuena que viene…

Y de pronto, aquel hombre, tan asustado, era invierno, fue y le dijo a la gitana lectora de su destino inmediato.

-A ver si se aclara reina, que es que tenía puesto los guantes que son de piel de marrano...

Y entonces, corrigió su futuro. Osea, que aquellas gitanas de entonces, a la puerta de la Catedral Mezquita, o la Mezquita Catedral, Dios en dos idiomas, me decían:

-Anda guapo, que a ver si te casas pronto -yo ya tenía dos nietas entonces- que ya sabes que Córdoba es además, «matrimonio de la humanidad». Es hermoso el disparate, pensaba yo entonces, la confusión semántica. Lo que pasa es que llevaban razón, porque después de saber lo del reino de Fuente Palmera -con su derroche de blanco, por lo de sus bodas constantes y sus uniformes del amor- debían llamarla ya mismo, y les regalo la frase, matrimonio de la humanidad que es, porque viste más y mejor a todas las novias en la hora suprema de hacer eterno el amor.

Y eso es solo por eso, porque juego a las palabras que es mi único tesoro y más si soy académico de la de Córdoba, además de la de Granada. Y ahora más aún, que el maestro Cuenca Toribio quiere presentarme con su discurso, que ya sé que tiene escrito, a la de la Historia de Andalucía. En fin, que son las cosas que pasan. Como por ejemplo, dar cuenta del gran homenaje en Granada a Fosforito, por la Once, y con todos los honores. La alegría de ver que han hecho tabernero de honor, con la presencia del que más sabe de vino en el mundo, el maestro don Manuel López Alejandre, y que ha recaído en el sabio don Rafael López.

Y que ahora veo con frecuencia a Adrien Brody. Aquel que hizo Manolete en el cine, si bien con poca fortuna, promocionando la moda, momento que aprovecho para decir que uno de los hombres más elegantes de su momento con su bata de casa de seda, sosteniendo un cigarrillo en la mano de poeta, o con ese traje cruzado, que parece que lo estoy viendo en El Churrasco, en la íntima bodega que tanto recuerdo, y a la que no acudo con más frecuencia por una razón muy simple. Porque no me deja el médico.

Y Karina, que ha celebrado la boda de su hija vestida como un adefesio. No tenía necesidad de hacerlo, que bien está que lo haga el padre de la novia, el que fue famoso peluquero. Pero yo recuerdo a la niña Karina en la parte alta del baúl de los recuerdos, cuando la entrevisté por vez primera en su vida para la revista Chicas, que era una cosa tan linda. De todos modos, Karina, niña para mí de por vida, felicidades.

Y no me quiero olvidar de ese cordobés de lujo que es, aunque no lo sea de nacimiento, Rafa Nadal, que maneja la escoba con el mismo primor y el mismo ardor, que la raqueta, sobre todo cuando es para limpiar de barro, el dolor de una tierra, cercana. A ver cuando el Rey de una vez le nombra Marqués de Nadal como poco. Y si no, pues la misma Córdoba tan rica en títulos no dados y en pueblos ilustres, podría darle lo que él quiera y señale. ¡Le queremos tanto!

Bueno, y qué sorpresa más grande, que nuestra Eva González, que es un poco de todos dada su enorme personalidad y popularidad, deja la sartén de la cocina y se nos va hasta La Voz, que al fin y al cabo son dos virtudes de la boca, del paladar y de la copla. Servidor, ya les dije un día, que tuvo la suerte de viajar una vez cara a cara, cuerpo a cuerpo, con una mesa de por medio, con esta dama en el Ave, ya les comenté, bella entre las bellas, pero además, estilo, andaluza que da gloria y que parece de las cordobesas que pintó en su día, en su noche, Romero de Torres.

Y actualizo su presencia, la del pintor, estos días a doble página en muchos periódicos nacionales, porque se va a celebrar en Madrid una subasta con él de gran protagonista. Seguro que será un lujazo. Y a propósito, ese libro de Isabel Gemio, cuya palabra hemos tenido tan cerca en los fines de semana, cuando hacía la radio… Ese libro en el que nos habla de ese hijo al que más quiere y en el que cuenta que su niño, ya grande, es el que más le enseña, el que más le indica el camino…. Lo dicho, geografía del amor, del amor desnudo, el mejor vestido del mundo. Olé.