Esta frase terrible tiene ahora una gran actualidad. Ya saben, la versión de aquel viejo tango, que yo escuché en Buenos aires, una noche de hace ya muchos años en el viejo almacén al que acudí con Atahualpa Yupanqui, mi viejo amigo ya muerto. ¡Qué fea la palabra muerto! Pero también es verdad… La maté porque era mía». Terrible. Está en la línea roja de sangre del amor y el desamor, que es una forma de amor, pero de otra manera.

Lo cuento porque días atrás mi hijo Nacho Medina, que es mi niño mas pequeño (tiene solo 44 años), hizo un programa en la tele a la hora del prime time, lunes por la noche, y lo vio la gente justa, porque era un tema tan duro... El otro día copié en la radio aquel fandango que decía: «Tiro piedras por la calle / y al que le dé que perdone / tengo la cabeza loca / de tantas murmuraciones…»

Menos mal que tengo otras cosas nuestras para contarles en este día en que en el almanaque nos llega el otoño, que por otro lado, ya saben, que es el tiempo del veranillo de los membrillos, cuando además manda en el mapa Puente Genil de mi alma, además de Fosforito, siempre tan vivo y presente...

Y ahora del rey emérito, que el otro día dijo a un amigo de un amigo, desde su ocaso del norte: «Para siesta siesta, lo que se dice una siesta de verdad, la de aquel día que dormí en el barrio de la Judería de Córdoba, yo solo, en el sitio del Churrasco…» Lo que hago público mas que nada por hacer aparecer a nuestro Rey viejo, que quieren por lo que leo, borrarlo del mapa, como si no hubiera existido.

Como lo de la Cerdopoética de Pascual Rovira, del que llevaba algún tiempo sin escribir, creo que una semana como poco, que en Rute ha movido tanta gente. Por ejemplo a miembros de la familia de Juan Ramón Jiménez, por lo de su Platero, que fueron a visitar su puebloasno, allí arriba, y de paso a escuchar al amigo el poeta Alejandro López Andrada, el Miguel Hernández de Los Pedroches, del que ya espero, como siempre, su próximo libro.

Es el tiempo del membrillo, pero también del quesillo, como lo está siendo en Zuheros, del que tanto me acuerdo. Uno de los mejores quesos del mundo, ya saben. Queso de cabra del bueno. O sea, copiando descaradamente a Manuel de Falla, y su Leyenda del beso, en este caso, y otra vez palabreando, la leyenda del queso.

El escultor, el maestro José Manuel Belmonte, al que no tengo el gusto de conocer en persona todavía, tiene un gran éxito en Madrid, sin duda, con su presencia escultórica.

Isabel Pantoja ha vuelto a vivir, el otro día, en la 5, y el viernes mismo en Valencia, promocionando un perfume. Un día le pregunté a Arturo Fernández, cuando escribía sus memorias, que aún no hemos publicado.

-Tú le diste un beso en la boca, el primero en el cine, a Isabel Pantoja. Perdona por la pregunta, pero no todos pueden decirlo, ¿a qué sabe la Pantoja¿

Y me respondió, como un caballero, experto en los aromas: «Sabe a yerbabuena…»

A veces sabe a la ortiga, según le suene su sentimiento. La Pantoja, no hay dinero para comprarla, que ella misma lo ha confesado, cuando le sale el furor gitano no hay quien la detenga. Querida Isabel Pantoja, siempre presa a veces de sí misma, ahora en su cárcel de Cantora, que está llena hasta arriba de recuerdos de Paquirri. Su nombre me sabe a Córdoba…

Córdoba de los colores. De los sabores, de los amores, incluso. Por eso de nuevo el título, desgraciadamente siempre, siempre, de plena actualidad, cuando se cruzan los cables, cuando se rompe el sentido, ay amor, de Góngora.

Leo a Monserrat Caballé, hace unos días en una revista catalana, que recuerda aquel día que cantó en nuestra Mezquita-Catedral, y «sonó mi voz de otra manera». Y es verdad Córdoba, siempre de otra manera. De otra forma, recordada, confesada, amada Córdoba.

Les cuento que el otro día viajé con Carmen Lomana, que se desmayó en la cocina de la tele, hasta llegar a Sevilla. Cuerpo a cuerpo, frente a frente. Ha cumplido los 70, como ella misma ha reconocido, que si no no lo diría. Válgame Dios, pero está como un lirio fresco, y al llegar a Córdoba tuvo palabras de afecto. Y es que Córdoba gusta mucho, aunque no nos enteremos nunca.

¡Está ya tan cerca! Se reabre el Gran Teatro, qué buena noticia, cordobeses. Recibo el aviso urgente de que el jueves 4 de octubre se abre el año culto y hermoso de la Real Academia de Córdoba. ¡Ay, si pudiera mi cuerpo!

Como me hubiera gustado ver a Carmen Linares, que cantó a Miguel Hernández en las Caballerizas Reales. Impresionante reunir juntas tres cosas tan grandes.