-Con ‘Derecho natural’ vuelve a escrutar en el corazón de la familia. Narra los triunfos y desdichas de una familia en la Transición democrática.

-Es una familia desastrosa, como todas las de mis novelas. Pero es que, si no, no tendrían historia. Parafraseando a Tolstoi, las familias desastrosas lo son cada una a su manera...

-Novelar la Transición es ya una moda que tal vez se hacía ya necesaria, sobre todo cuando se trata de escritores que vivieron aquel proceso.

-España tuvo que rehacerse de arriba abajo. Fue el momento en que todo cambió. ¿Cómo no íbamos a contarlo los novelistas, si lo que buscan las novelas es reflejar los cambios?

-La construcción de este mundo novelesco se nutre en gran medida de la memoria generacional y de una consideración crítica sobre esta misma memoria. ¿Los cuarenta años transcurridos permiten ya verlo así?

-En lo que escribo intento que no haya nostalgia y sí, como tú dices, cierto sentido crítico. Muchos españoles de hoy no vivieron la Transición. Prefiero pensar que escribo para ellos, y no para los de mi generación.

-A través de Ángel, que estudia Derecho, nos asomamos a la Barcelona de los años 70 y al Madrid de los 80. Evoca 20 años de su vida, desde la infancia en 1967 a la madurez en 1987.

-Cuando hablo de ciudades con tanta tradición literaria como Madrid y Barcelona, el reto principal es esquivar los clichés, que no se parezcan al Madrid y la Barcelona de otros autores.

-Las leyes aún están por escribirse y la sociedad camina hacia un futuro en el que todos querían participar.

-Era una España a medio hacer. Derechos básicos como el divorcio tardaron en legalizarse. De ahí el título, Derecho natural, que expresa la desconfianza hacia la legalidad y la fe en una justicia previa superior a las leyes.

<b>-La familia de Ángel ha sido un modelo de inestabilidad y desorden. El padre, con quien arranca la historia, es un actor de películas B y luego imitador de Demis Roussos, y tiene una irrefrenable tendencia a la huida.</b>

-En España se hacía un cine muy zarrapastroso: películas de vaqueros, de hombres-lobo... Su momento cumbre le llega cuando le contratan como secundario en Las petroleras, con Brigitte Bardot y Claudia Cardinale.

-La madre, sin embargo, es una mujer enamorada hasta que deja de creer en su marido y decide tomar las riendas de su vida. Abandonada reiteradamente, resurge de sus cenizas.

-Lo que más cambió en España tras la muerte de Franco fue la situación de la mujer, que de golpe dejó de ser considerada una menor de edad. Las mujeres de la novela se debaten entre las ataduras del pasado y el futuro.

-A diferencia de las anteriores novelas, ‘Derecho natural’ tiene un tono más cómico, un aire menos serio.

-Es una novela muy humorística aunque a veces el humor, como en las comedias de cine que más me gustan, se acaba volviendo un poco triste.

-No solo reconstruye una época reciente de la Historia, sino que describe la atmósfera social del momento.

-Presto atención a los detalles, eso hace que percibamos la historia como real. Si el novelista no acierta con los detalles, el lector no se cree nada.

-Por las páginas de su novela, desfilan iconos de aquellos años como la movida madrileña o el 23-F.

-Algunos de esos elementos forman parte del atrezzo. Otros, como el 23-F, son más relevantes. Para mí fue importante porque esa tarde descubrí lo frágil que era nuestra democracia y lo necesitaba que la defendiéramos.

-Adoptó para la pantalla Carreteras secundarias y escribió junto a Fernando Trueba Chico y Rita. Ahora ha puesto su mirada en las series. Tiene sobre la mesa una oferta para adaptar su novela El día de mañana.

-Empezarán pronto a rodarla. Pero yo no he escrito el guión. Hay tantas historias que merecen ser contadas que me falta tiempo para todo lo que querría escribir. La vida es apasionante pero, por desgracia, demasiado corta.